Apolo y Dafne de Gian Lorenzo Bernini
Apolo y Dafne es una escultura en mármol del artista italiano Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 1598 - Roma, 1680), realizada entre los años 1622 y 1625 por encargo del cardenal Scipione Borghese.
Inspirada en la literatura mítica, la obra destaca por su teatralidad y dinamismo, rasgos propios de una época en conmoción como el período barroco, que ha dejado atrás la mirada clásica y equilibrada del Renacimiento.
Análisis de Apolo y Dafne
El arte barroco en Occidente expresaba una nueva sensibilidad. El racionalismo, el orden y la sobriedad del Renacimiento habían agotado su discurso, y urgía la expresión de las emociones, del caos y de la exuberancia, pues el barroco fue, sin duda, un período de dramáticos cambios históricos y culturales.
Aún así, el barroco no deja atrás las fuentes literarias del pasado. Lo que hará será mirarlas con ojos nuevos, unos ojos con más preguntas que respuestas, que se interrogan sobre el fondo último de aquellas historias y los modos de representarlas, sobre los sentimientos que habrían podido animar a aquellos personajes retratados, en fin, sobre la cualidad de la existencia humana. Con estos ojos, Bernini contempla el mito de Apolo y Dafne, descrito en La metamorfosis de Ovidio.
El mito de Apolo y Dafne
Cuentan que Cupido y Apolo rivalizaban por demostrar quién de los dos manejaba mejor el arco y la flecha. Apolo, juzgándose gran cazador, se burlaba del pequeño Cupido. Iracundo, Cupido decidió herir a Apolo con una flecha de oro que tenía el poder de despertar el amor. Para completar su venganza, hirió también a la ninfa Dafne con una flecha de plomo y sin punta, cuyo poder despertaba el aborrecimiento.
Al encontrarse con Dafne, Apolo se enamora apasionadamente, mientras que la ninfa huye de él y busca el auxilio de su padre, el río Peneo, rogándole que transforme su figura para evadir a Apolo. Cuando finalmente Apolo la toma en sus brazos, el cuerpo de Dafne se transforma irremediablemente en un laurel.
Devastado y abrazado al árbol, Apolo le jura devoción eterna y promete portar para siempre una corona de laureles sobre su cabeza para no apartarse. Promete también que hará coronar la cabeza de los héroes con sus hojas, para que, al igual que él, recuerden que la victoria es fugaz, huidiza e inalcanzable como Dafne.
El tratamiento escultórico
El pasaje de Apolo y Dafne había sido hasta entonces frecuentemente representado en la pintura, y apenas poco en la escultura por las dificultades físicas que entrañaba.
Bernini tendrá, por lo tanto, algunos problemas que pensar para resolver la escena: ¿qué sentiría Dafne en el momento de ser tomada contra su voluntad? ¿Qué angustias, qué dolores los de la ninfa? ¿Cómo se transformaría la pasión de Apolo? ¿Cómo registrar aquellas emociones? ¿Cómo representar la fuerza dinámica de un proceso de transformación vegetal y emocional en la piedra dura y fría?
Bernini no rehuye del reto que tiene ante sí. Se compromete a representar el exacto momento en que inicia la transformación de Dafne en brazos de Apolo. Así, Bernini esculpe lo que será un grupo escultórico de dos figuras, Apolo y Dafne, en mármol de Carrara.
Para cargar la escena de dinamismo y tensión, Bernini trabaja en función de una línea diagonal. Sobre esta diagonal imaginaria, Bernini construye la ilusión de movimiento.
Ambos personajes están corriendo, el uno mientras persigue, la otra mientras huye. Apolo tiene apenas un pie en el suelo. Los ropajes de Apolo enfatizan el movimiento y el dinamismo. Estos vuelan por los aires, al igual que los bucles de su cabello y la melena de la ninfa.
Dafne parece levantarse instantáneamente, como quien habría dado un salto. Las manos alzadas hacia los cielos, parte súplica, parte impulso, comienzan a ramificarse literalmente. Al mismo tiempo, la masa terrestre se alza bajo sus pies buscando las raíces que atarán la ninfa a la tierra.
Con la mano izquierda, Apolo sujeta a Dafne por el vientre, pero su piel ya se ha comenzado a transformar en corteza. Bernini parece sugerir que Apolo está gobernado a la vez por el triunfo fugaz y el asombro ante el acontecimiento. Su rostro contempla, atónito, la inevitable metamorfosis de Dafne entre sus brazos.
Entre tanto, Dafne contempla la escena girando la cabeza sobre su hombro, expresando angustia en su rostro cansado, con la boca resueltamente abierta.
En su conjunto la pieza parece una masa plástica que se tuerce cual torbellino desde el suelo, buscando elevarse al cielo. Es el salto de Dafne clamando libertad. La línea diagonal se rompe y desequilibra con la introducción de curvas pronunciadas.
En la imagen anterior, Dafne parece un arco y Apolo el arquero que lo tensa, sosteniéndole de su mano izquierda. Pero este arco hostil no ha cedido a las artes del divino arquero. ¿No ha visto Apolo que Dafne no es herramienta de su deseo? La presa se le ha escapado como agua entre sus dedos.
Un elemento fundamental será el tratamiento de las diversas texturas: la sedosidad de la piel joven de los personajes, el caos y dinamismo de las hebras de cabello, la rudeza de la corteza y las raíces, la irregularidad de las hojas de laurel... todo se conjuga en busca de una mayor verosimilitud y expresividad.
Más allá de clasicismo
Esta obra de Bernini corresponde a un período temprano. Por ello, el escultor privilegia aún el canon clásico de las siete cabezas y media y la idealización de los cuerpos. Además, en Apolo, Bernini atiende a los rasgos físicos del rostro del Apolo de Belvedere, pieza de la Antigüedad Clásica y de fecha en debate.
Sin embargo, Bernini ha roto con la tendencia clasicista al incorporar el dinamismo y la tensión, así como la expresión en el rostro de los personajes. Vemos la obra cargada de un potente patetismo, esto es, de la expresión del padecimiento moral, físico y psicológico de los personajes, lo que confiere a la escena un sentido dramático, aspecto más próximo del helenismo de la antigüedad que del clasicismo propiamente.
De esta manera, Bernini se aleja de la tendencia clasicista de sus predecesores del Renacimiento, y se embarca hacia un océano inquieto e inestable: el barroco.
Consideraciones finales
De la mano del mito, Bernini parece eternizar la conciencia sobre los cambios inevitables de las pasiones humanas, la fugacidad del triunfo y los placeres, y la tensión de la vida que se construye en la lucha entre contrarios.
Sandra Accatino, en un artículo titulado El Arte de Mirar Bernini. Dafne y Apolo, relata que en la base de la pieza Bernini escribió las siguientes palabras, redactadas por Maffeo Barberini, futuro Papa Urbano VIII:
Quien persigue el placer de una forma fugaz, queda con un puñado de hojas en la mano o a lo sumo coge bayas amargas.
Video de Apolo y Dafne de Bernini
En el siguiente video podrás apreciar esta magnífica obra de Bernini desde todos los ángulos posibles.