Barba azul: resumen, moraleja y análisis del cuento

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 16 min.

"Barba Azul" es un cuento de Charles Perrault que contiene una fuerte carga simbólica y moral. Así, ha perdurado a lo largo de los siglos como un relato de advertencia y un reflejo de las dinámicas de poder en la sociedad.

Su mensaje ha sido reinterpretado con el tiempo, permitiendo nuevas lecturas que van más allá de la simple condena de la curiosidad, para centrarse en la liberación de la opresión y el empoderamiento de la mujer.

El cuento

Érase una vez un hombre que tenía hermosas casas en la ciudad y en el campo, vajilla de oro y plata, muebles forrados en finísimo brocado y carrozas todas doradas. Pero desgraciadamente, este hombre tenía la barba azul; esto le daba un aspecto tan feo y terrible que todas las mujeres y las jóvenes le arrancaban.

Una vecina suya, dama distinguida, tenía dos hijas hermosísimas. Él le pidió la mano de una de ellas, dejando a su elección cuál querría darle. Ninguna de las dos quería y se lo pasaban una a la otra, pues no podían resignarse a tener un marido con la barba azul. Pero lo que más les disgustaba era que ya se había casado varias veces y nadie sabía qué había pasado con esas mujeres.

Barba Azul, para conocerlas, las llevó con su madre y tres o cuatro de sus mejores amigas, y algunos jóvenes de la comarca, a una de sus casas de campo, donde permanecieron ocho días completos. El tiempo se les iba en paseos, cacerías, pesca, bailes, festines, meriendas y cenas; nadie dormía y se pasaban la noche entre bromas y diversiones. En fin, todo marchó tan bien que la menor de las jóvenes empezó a encontrar que el dueño de casa ya no tenía la barba tan azul y que era un hombre muy correcto.

Tan pronto hubieron llegado a la ciudad, quedó arreglada la boda. Al cabo de un mes, Barba Azul le dijo a su mujer que tenía que viajar a provincia por seis semanas a lo menos debido a un negocio importante; le pidió que se divirtiera en su ausencia, que hiciera venir a sus buenas amigas, que las llevara al campo si lo deseaban, que se diera gusto.

- He aquí - le dijo - las llaves de los dos guardamuebles, éstas son las de la vajilla de oro y plata que no se ocupa todos los días, aquí están las de los estuches donde guardo mis pedrerías, y ésta es la llave maestra de todos los aposentos. En cuanto a esta llavecita, es la del gabinete al fondo de la galería de mi departamento: abrid todo, id a todos lados, pero os prohibo entrar a este pequeño gabinete, y os lo prohíbo de tal manera que si llegáis a abrirlo, todo lo podéis esperar de mi cólera.

Ella prometió cumplir exactamente con lo que se le acababa de ordenar; y él, luego de abrazarla, sube a su carruaje y emprende su viaje.

Las vecinas y las buenas amigas no se hicieron de rogar para ir donde la recién casada, tan impacientes estaban por ver todas las riquezas de su casa, no habiéndose atrevido a venir mientras el marido estaba presente a causa de su barba azul que les daba miedo.

De inmediato se ponen a recorrer las habitaciones, los gabinetes, los armarios de trajes, a cual de todos los vestidos más hermosos y más ricos. Subieron en seguida a los guardamuebles, donde no se cansaban de admirar la cantidad y magnificencia de las tapicerías, de las camas, de los sofás, de los bargueños, de los veladores, de las mesas y de los espejos donde uno se miraba de la cabeza a los pies, y cuyos marcos, unos de cristal, los otros de plata o de plata recamada en oro, eran los más hermosos y magníficos que jamás se vieran. No cesaban de alabar y envidiar la felicidad de su amiga quien, sin embargo, no se divertía nada al ver tantas riquezas debido a la impaciencia que sentía por ir a abrir el gabinete del departamento de su marido.

Tan apremiante fue su curiosidad que, sin considerar que dejarlas solas era una falta de cortesía, bajó por una angosta escalera secreta y tan precipitadamente, que estuvo a punto de romperse los huesos dos o tres veces. Al llegar a la puerta del gabinete, se detuvo durante un rato, pensando en la prohibición que le había hecho su marido, y temiendo que esta desobediencia pudiera acarrearle alguna desgracia. Pero la tentación era tan grande que no pudo superarla: tomó, pues, la llavecita y temblando abrió la puerta del gabinete.

Al principio no vio nada porque las ventanas estaban cerradas; al cabo de un momento, empezó a ver que el piso se hallaba todo cubierto de sangre coagulada, y que en esta sangre se reflejaban los cuerpos de varias mujeres muertas y atadas a las murallas (eran todas las mujeres que habían sido las esposas de Barba Azul y que él había degollado una tras otra).

Creyó que se iba a morir de miedo, y la llave del gabinete que había sacado de la cerradura se le cayó de la mano. Después de reponerse un poco, recogió la llave, volvió a salir y cerró la puerta; subió a su habitación para recuperar un poco la calma; pero no lo lograba, tan conmovida estaba.

Habiendo observado que la llave del gabinete estaba manchada de sangre, la limpió dos o tres veces, pero la sangre no se iba; por mucho que la lavara y aún la resfregara con arenilla, la sangre siempre estaba allí, porque la llave era mágica, y no había forma de limpiarla del todo: si se le sacaba la mancha de un lado, aparecía en el otro.

Barba Azul regresó de su viaje esa misma tarde diciendo que en el camino había recibido cartas informándole que el asunto motivo del viaje acababa de finiquitarse a su favor. Su esposa hizo todo lo que pudo para demostrarle que estaba encantada con su pronto regreso.

Al día siguiente, él le pidió que le devolviera las llaves y ella se las dio, pero con una mano tan temblorosa que él adivinó sin esfuerzo todo lo que había pasado.

- ¿Y por qué - le dijo - la llave del gabinete no está con las demás?

- Tengo que haberla dejado - contestó ella - allá arriba sobre mi mesa.

- No dejéis de dármela muy pronto - dijo Barba Azul.

Después de aplazar la entrega varias veces, no hubo más remedio que traer la llave.

Habiéndola examinado, Barba Azul dijo a su mujer:

- ¿Por qué hay sangre en esta llave?

- No lo sé - respondió la pobre mujer - pálida corno una muerta.

- No lo sabéis - repuso Barba Azul - pero yo sé muy bien. ¡Habéis tratado de entrar al gabinete! Pues bien, señora, entraréis y ocuparéis vuestro lugar junto a las damas que allí habéis visto.

Ella se echó a los pies de su marido, llorando y pidiéndole perdón, con todas las demostraciones de un verdadero arrepentimiento por no haber sido obediente. Habría enternecido a una roca, hermosa y afligida como estaba; pero Barba Azul tenía el corazón más duro que una roca.

- Hay que morir, señora - le dijo - y de inmediato.

- Puesto que voy a morir - respondió ella mirándolo con los ojos bañados de lágrimas -, dadme un poco de tiempo para rezarle a Dios.

- Os doy medio cuarto de hora - replicó Barba Azul-, y ni un momento más.

Cuando estuvo sola llamó a su hermana y le dijo:

- Ana, (pues así se llamaba), hermana mía, te lo ruego, sube a lo alto de la torre, para ver si vienen mis hermanos, prometieron venir hoy a verme, y si los ves, hazles señas para que se den prisa.

La hermana Ana subió a lo alto de la torre, y la pobre afligida le gritaba de tanto en tanto:

- Ana, hermana mía, ¿no ves venir a nadie?

Y la hermana respondía:

- No veo más que el sol que resplandece y la hierba que reverdece.

Mientras tanto Barba Azul, con un enorme cuchillo en la mano, le gritaba con toda sus fuerzas a su mujer:

- Baja pronto o subiré hasta allá.

- Esperad un momento más, por favor, respondía su mujer; y a continuación exclamaba en voz baja: Ana, hermana mía, ¿no ves venir a nadie?

Y la hermana Ana respondía:

- No veo más que el sol que resplandece y la hierba que reverdece.

- Baja ya - gritaba Barba Azul - o yo subiré.

- Voy en seguida -le respondía su mujer y luego suplicaba - Ana, hermana mía, ¿no ves venir a nadie?

- Veo - respondió la hermana Ana - una gran polvareda que viene de este lado.

- ¿Son mis hermanos?

- ¡Ay, hermana, no! es un rebaño de ovejas.

- ¿No piensas bajar? - gritaba Barba Azul.

- En un momento más - respondía su mujer y en seguida clamaba - Ana, hermana mía, ¿no ves venir a nadie?

- Veo - respondió ella - a dos jinetes que vienen hacia acá, pero están muy lejos todavía… ¡Alabado sea Dios! -exclamó un instante después-, son mis hermanos; les estoy haciendo señas tanto como puedo para que se den prisa.

Barba Azul se puso a gritar tan fuerte que toda la casa temblaba. La pobre mujer bajó y se arrojó a sus pies, deshecha en lágrimas y enloquecida.

- Es inútil -d ijo Barba Azul - hay que morir.

Luego, agarrándola del pelo con una mano, y levantando la otra con el cuchillo se dispuso a cortarle la cabeza. La infeliz mujer, volviéndose hacia él y mirándolo con ojos desfallecidos, le rogó que le concediera un momento para recogerse.

-No, no, -dijo él- encomiéndate a Dios-; y alzando su brazo…

En ese mismo instante golpearon tan fuerte a la puerta que Barba Azul se detuvo bruscamente; al abrirse la puerta entraron dos jinetes que, espada en mano, corrieron derecho hacia Barba Azul.

Este reconoció a los hermanos de su mujer, uno dragón y el otro mosquetero, de modo que huyó para guarecerse; pero los dos hermanos lo persiguieron tan de cerca, que lo atraparon antes que pudiera alcanzar a salir. Le atravesaron el cuerpo con sus espadas y lo dejaron muerto. La pobre mujer estaba casi tan muerta como su marido, y no tenía fuerzas para levantarse y abrazar a sus hermanos.

Ocurrió que Barba Azul no tenía herederos, de modo que su esposa pasó a ser dueña de todos sus bienes. Empleó una parte en casar a su hermana Ana con un joven gentilhombre que la amaba desde hacía mucho tiempo; otra parte en comprar cargos de Capitán a sus dos hermanos; y el resto a casarse ella misma con un hombre muy correcto que la hizo olvidar los malos ratos pasados con Barba Azul.

Moraleja

La curiosidad, teniendo sus encantos,
a menudo se paga con penas y con llantos;
a diario mil ejemplos se ven aparecer.
Es, con perdón del sexo, placer harto menguado;
no bien se experimenta cuando deja de ser;
y el precio que se paga es siempre exagerado.

Otra moraleja

Por poco que tengamos buen sentido
y del mundo conozcamos el tinglado,
a las claras habremos advertido
que esta historia es de un tiempo muy pasado;
ya no existe un esposo tan terrible,
ni capaz de pedir un imposible,
aunque sea celoso, antojadizo.
Junto a su esposa se le ve sumiso
y cualquiera que sea de su barba el color,
cuesta saber, de entre ambos, cuál es amo y señor.

Resumen

El cuento narra la historia de un hombre rico y enigmático con una barba azul que causa temor en las mujeres. Pese a sus riquezas, ninguna joven quiere casarse con él debido a su extraña apariencia y a los rumores sobre la desaparición de sus anteriores esposas.

Finalmente, una chica acepta casarse con él y es llevada a su castillo. Antes de partir en un viaje, Barba Azul le entrega todas las llaves del castillo, pero le prohíbe entrar a su gabinete secreto.

Movida por la curiosidad, la mujer desobedece y descubre que la habitación contiene los cuerpos asesinados de sus anteriores esposas.

Aterrada, intenta ocultar su desobediencia, pero la delata una mancha de sangre mágica en la llave. Barba Azul, furioso, decide matarla, pero ella logra retrasarlo.

En último momento es salvada por sus hermanos que llegan justo a tiempo y matan a su infame marido. Así, hereda su fortuna, ayuda a su familia y rehace su vida.

Análisis

Fuentes y origen de la historia

El cuento "Barba Azul" tiene sus raíces en tradiciones orales europeas y leyendas sobre maridos asesinos. Algunas de sus posibles inspiraciones incluyen la historia de Gilles de Rais, un noble francés del siglo XV acusado de secuestros y asesinatos.

También se relaciona con cuentos folclóricos medievales que advertían a las mujeres sobre los peligros de la desobediencia y la curiosidad desmedida.

Otros relatos similares aparecen en distintas culturas, con figuras como el "novio asesino" en cuentos alemanes y mitos griegos como el de Psique y Eros, que también trata sobre la curiosidad prohibida.

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Charles Perrault y contexto de escritura

Charles Perrault (1628 - 1703) fue un reconocido miembro de la corte francesa de Luis XIV y el primer escritor que decidió recopilar cuentos de la tradición oral para adaptarlos al gusto de la época.

En aquel periodo se popularizó la costumbre de relatar historias en las reuniones de la alta sociedad. De este modo, Perrault encontró el mercado perfecto para los relatos clásicos que circulaban en el imaginario colectivo desde la Edad Media.

Así, le dio forma definitiva a clásicos como "La cenicienta", "La caperucita roja", "La bella durmiente" y "El gato con botas". Además, decidió suavizar los cuentos, eliminando aspectos demasiado violentos y darles un enfoque moralizante. Se trataba de que cada narración enseñara una lección valiosa.

Sin embargo, las que aparecieron publicadas en Historias o cuentos de tiempos pasados (1697) distan mucho de las que conocemos hoy, ya que estaban enfocadas a un público adulto. Con los años comenzaron a funcionar como fábulas para niños, por lo que algunos aspectos fueron modificados.

Es importante señalar que la lección de "Barba azul" se adapta al imaginario de la época. El siglo XVII en Francia estuvo marcado por un fuerte control social y una visión patriarcal del matrimonio.

De este modo, se esperaba que las mujeres fueran obedientes y dependieran de sus esposos, por lo que los cuentos de Perrault servían para educarlas en estas normas.

No obstante, al incluir finales donde las heroínas logran escapar o superar su destino, también dejaba abierta la posibilidad de una nueva visión del papel femenino en la sociedad.

Mensaje de las moralejas finales

Las moralejas del cuento advierten sobre los peligros de la curiosidad, especialmente en las mujeres.

Así, la primera enfatiza que la curiosidad puede traer sufrimiento y consecuencias fatales, sugiriendo que es mejor no desafiar ciertas prohibiciones impuestas por figuras de autoridad.

Por su parte, la segunda insinúa que los tiempos han cambiado y que los hombres ya no tienen el mismo poder absoluto sobre sus esposas.

El contraste entre ambas refleja la transición de valores en la sociedad de Perrault, donde la figura del esposo tiránico comenzaba a cuestionarse.

En el fondo, el cuento puede leerse como un reflejo de la lucha entre el sometimiento tradicional y el deseo de mayor autonomía femenina.

Impacto en la cultura popular

"Barba azul" ha influenciado numerosas adaptaciones literarias, teatrales y cinematográficas.

En la literatura, autores como Angela Carter han reinterpretado la historia desde una perspectiva feminista, cuestionando el papel de la mujer como víctima.

En la ópera, El castillo de Barba Azul de Béla Bartók ofrece una versión más psicológica del relato, en la que el gabinete representa los misterios de la mente masculina.

En el cine se han hecho múltiples versiones, incluyendo películas de terror que toman elementos del cuento para construir tramas sobre asesinos en serie y secretos oscuros dentro del matrimonio.

En el psicoanálisis, Sigmund Freud y Bruno Bettelheim han interpretado el cuento como una alegoría sobre la represión y el miedo a lo desconocido.

También ha sido estudiado en términos de mitos universales y arquetipos, con Barba Azul representando la figura del depredador y la esposa la del alma en peligro que debe liberarse.

Bibliografía:

  • Bettelheim, Bruno. (2019). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Crítica.
  • Perrault, Charles. (2019). Cuentos de hadas. Alma.
  • Zipes, Jack. (2014). El irresistible cuento de hadas. Historia cultural y social de un género. Fondo de Cultura Económica.

Ver también:

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.