Sandro Botticelli: las 8 obras más famosas del maestro del Renacimiento

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 13 min.

Alessandro Felipepi, apodado Botticelli (1445 - 1510), es uno de los artistas más populares del Renacimiento. Fue bastante multifacético, ya que realizó pinturas religiosas, retratos y representó algunos mitos de la antiguedad clásica.

Se destacó por crear figuras de tamaño natural, con una gran precisión en los contornos y pliegues, como si fuesen esculturas que el espectador podía tocar.

Aunque sus obras más famosas son aquellas que tratan temas mitológicos, su trabajo estuvo determinado por los cambios políticos. Así, trabajó para las grandes familias políticas e intelectuales de Florencia, como los Médicis, hasta su caída. Luego, se convirtió en seguidor de Girolamo Savonarola, quien defendía el cristianismo y se enfocó en pinturas que exploraban sus inquietudes religiosas.

1. El nacimiento de Venus (1485 - 1486)

El nacimiento de Venus
Galería Ufizzi, Florencia, Italia

Este cuadro hace alusión a Venus, la diosa romana del amor, la belleza y la fertilidad. Según el mito, Venus surgió de la espuma del mar, cuando Cronos le cortó a su padre Urano los genitales y los lanzó al mar.

La pintura recrea su llegada a tierra firme. A la izquierda, se encuentran Céfiro, dios del viento, y Aura, diosa de la brisa. Ellos impulsan a Venus hacia la orilla. En tierra la espera una Hora de la primavera para cubrirla con su manto.

La diosa viene llegando en una concha, símbolo de la fertilidad femenina. Además, desprende flores en el camino, pues se cuenta que las rosas florecieron por primera vez debido a su nacimiento.

Se dice que para crear a Venus, Botticelli se inspiró en Simonetta Vespucci, considerada una de las mujeres más hermosas de Florencia en aquellos años.

En esta época, los desnudos sólo eran aceptados en representaciones religiosas, por lo que este cuadro fue bastante rupturista y es el primer desnudo profano - de cuerpo completo - del Renacimiento.

Ha pasado a ser parte del imaginario colectivo debido a su sensualidad, que no se debe sólo al hecho de que está desnuda, sino que a su postura. Venus ladea la cadera hacia la derecha y su cabeza hacia la izquierda, cubriendo sus zonas íntimas con pudor. Asimismo, hay una sensación de ligereza que se logra por la representación del cabello ondulante y los pliegues de la ropa al viento.

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2. La primavera (1482)

La primavera
Galería Ufizzi, Florencia, Italia

A partir de 1480, Botticelli era un pintor famoso que recibía muchos encargos de algunas de las familias más prestigiosas de la alta sociedad. Este cuadro es uno de los más simbólicos del artista y fue encargado para decorar una residencia rural de los Médicis en Castello, donde vivía Lorenzo di Pierfrancesco, primo de Lorenzo el Magnífico.

Su singularidad radica en la representación de divinidades clásicas a tamaño natural y casi desnudas, algo inhabitual en la época. Además, destaca el ensimismamiento del grupo, ya que cada uno parece estar ajeno a lo que pasa a su alrededor.

Las figuras se inspiran en esculturas antiguas, mostrando cuerpos alargados, rasgos delicados y movimientos que parecen ser suaves e inocentes. Es necesario señalar que el abombamiento de los vientres femeninos corresponde al ideal estético del periodo.

Aquí se muestra a nueve divinidades reunidas en un frondoso jardín, enmarcado por naranjos, pinos y laureles. El centro de la representación es Venus (Afrodita), la diosa del amor y la belleza. Sobre ella se eleva su hijo Cupido (Eros), quien dirige una de sus flechas hacia las tres Gracias, que forman parte del séquito de la diosa y cuyos velos transparentes revelan la perfección de sus formas.

A la izquierda se encuentra Mercurio (Hermes), el mensajero de los dioses que, con un vara, intenta disipar una formación de nubes que puede notarse al borde del cuadro.

La escena más enérgica y violenta sucede a la derecha. Allí aparece Céfiro, el dios del viento, que viene a irrumpir la paz bucólica del ambiente. Así, avanza entre las ramas del laurel con las mejillas henchidas de viento para atrapar a Cloris, una ninfa que intenta huir de él. Embargado por su belleza, decide hacerla suya por la fuerza y le regala un jardín donde siempre es primavera. De esta manera, se transforma en Flora, la diosa de las flores y la juventud, que es la mujer que se puede ver a su lado esparciendo pétalos de rosa.

Se cree que Botticelli se basó en la descripción que hace Lucrecio, filósofo de la Antiguedad, en su De rerum natura:

Llegan la Primavera y Venus, y delante de ellas avanza el heraldo de Venus. Cerca de las huellas de Céfiro, Flora siembra por completo el camino y lo colma de selectos colores y aromas.

Este relato no explica la incorporación de Hermes (Mercurio). Se cree que se incluyó para poder retratar al dueño de la pintura, Lorenzo di Pierfrancesco, quien aparece como un joven fuerte y gallardo.

También se puede notar a la gran musa del artista, Simonetta Vespucci, pues los rasgos de Afrodita (Venus) y Flora se asemejan bastante a la modelo favorita de la época.

3. La anunciación (1490)

La anunciación
Galería Ufizzi, Florencia, Italia

Esta es una de las representaciones de la anunciación más famosas en la historia del arte y fue realizada para la capilla familiar de Francesco Guardi, en Florencia.

Aquí se puede ver la visita del Arcángel Gabriel, quien se acaba de posar sobre el suelo y tiene los labios entreabiertos. De este modo, traspasa el mensaje que aparece en el Evangelio de San Lucas y que se encontraba inscrito en latín en el marco original de la pintura.

El Espíritu Santo descenderá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra.

Por su parte, María se sorprende y se repliega de forma humilde, demostrando su entrega hacia el mandado de Dios. Su postura parece confirmar su respuesta:

He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

Lo que más llama la atención es cómo las figuras crean una diagonal que atraviesa la pintura de un extremo al otro. Esto se compensa con la verticalidad del marco de la ventana y las líneas horizontales del suelo.

Es interesante mencionar la disposición de los personajes. El arcángel se sitúa en el mundo del afuera, pues su cuerpo se halla frente a la ventana, mientras que María se ubica cerca de la pared, elemento que servía para simbolizar la pureza de quien no ha conocido el mundo.

Con ello, las manos se transforman en el centro de la composición. Se acercan, pero jamás se tocan y demuestran la firmeza del enviado de Dios y el temblor de sorpresa de la elegida.

4. Venus y Marte (1483)

Venus y Marte
Galería Nacional, Londres, Inglaterra

La temática principal de esta pintura es el triunfo del amor. Representa a Venus (Afrodita), la diosa del amor, y Marte (Ares), dios de la guerra. Eran amantes a escondidas del marido de la diosa, Vulcano (Hefesto), el dios del fuego y la forja.

Las divinidades yacen en un prado, enmarcadas por un pequeño bosque de mirtos, árbol asociado a Venus. Mientras la diosa está vestida, Marte se encuentra semidesnudo y duerme plácidamente, lo que da entender que acaban de realizar el acto amoroso.

Están rodeados por sátiros, criaturas conocidas por su lujuria y travesuras. Así, juegan con el casco, la lanza y coraza del dios de la guerra. Aunque revolotean e, incluso, uno de ellos sopla en el oído de Marte, nada parece despertarlo.

Esta situación simboliza la placidez que otorga el verdadero amor, ya que los amantes no parecen afectados o molestos por estas visitas y simplemente disfrutan de su mutua compañía.

En la esquina derecha del cuadro se encuentra un avispero, alusión a la familia que encargó la obra, los Vespucci. Su nombre proviene de la palabra italiana Vespa (avispa) y, por tanto, el insecto adornaba su escudo.

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5. Palas y el centauro (1482 - 1483)

Palas y el centauro
Galería Ufizzi, Florencia, Italia

En la década de 1480, Botticelli creó algunas de sus obras más famosas. En este periodo se había popularizado el neoplatonismo entre la intelectualidad florentina. Se trataba de un movimiento que se basaba en las enseñanzas de Platón, por lo que defendía la supremacía del espíritu sobre la materia, así como la búsqueda de Dios a través del amor y el intelecto.

La revalorización del pasado condujo a que los motivos mitológicos se convirtieran en los más deseados y, como el artista trabajaba por encargo, su pintura se pobló de deidades.

Este cuadro perteneció a Lorenzo di Pierfrancesco de Médicis, quien también poseía La primavera. Según registros de la época, ambos cuadros se encontraban en la misma estancia.

Aquí la atención se centra en las dos figuras, que representan a Minerva (Atenea), apodada Palas, diosa de la guerra y la sabiduría, y a un centauro bastante asustado.

La escena recrea el momento en que el centauro es sorprendido intentando cazar en el territorio de la diosa, por lo que debe ser castigado.

La severa vigilante lleva un vestido adornado con anillos de diamante entrelazados, uno de los motivos heráldicos más antiguos de los Médicis.

Debido a que el centauro es asociado a la lujuria y Minerva es reconocida como la diosa virgen, el cuadro puede interpretarse como una alegoría moral en que triunfa la pureza y la virtud.

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6. La adoración de los magos (1475)

La adoración de los magos
Galería Ufizzi, Florencia, Italia

Este fue uno de los primeros encargos importantes que recibió Botticelli antes de comenzar a trabajar casi en exclusivo para los Médicis.

La adoración de los magos era uno de los motivos más habituales en la pintura florentina del periodo. De hecho, el artista realizó varios cuadros sobre el mismo tema. En una ciudad como Florencia, de gran actividad comercial y bancaria, los reyes magos tenían una simbología particular como patrones de los viajeros y comerciantes. Incluso, existió una cofradía llamada Compagnia di Magi que era dirigida por los Médicis y sus adeptos.

El cuadro fue hecho a petición del comerciante Guaspare de Lama para presidir el altar de una capilla funeraria en la Iglesia Santa María Novella. La elección del tema se debe a su nombre, Gaspar, tal como uno de los reyes magos.

Para intentar acercarse a los Médicis y ganar su favor, de Lama le pidió al artista que retratara a los tres reyes como miembros de la poderosa familia. Así, cada uno encarna una de las edades de la vida. De este modo, se puede ver que el mayor es Cosme, el de mediana edad su hijo Pedro y se cree que el menor es su otro hijo, Giovanni.

Se ha especulado bastante sobre la identidad de los otros integrantes del cortejo como personajes importantes de aquella época, pero hay pocas certezas. Lo que sí se sabe es que de Lama está retratado como el anciano de azul, que se encuentra en el grupo de pie, a la derecha, y mira directamente al espectador.

También se ha dicho que el hombre que aparece al margen del lado derecho, vestido con una túnica amarilla y observando a la audiencia, es una representación del propio Boticcelli, un autorretrato. Sin embargo, tampoco hay nada que pueda comprobarlo.

Otro detalle importante de la representación es el fondo del cuadro. Allí se pueden ver las ruinas de Belén. Sobre ellas se erige la sagrada familia, demostrando que el Cristianismo es el futuro.

7. El embudo del infierno (1480)

El infierno según Dante
Museos Vaticanos, Roma, Italia

Botticelli realizó al menos 94 grabados basados en La Divina Comedia del famoso poeta florentino Dante Alighieri (1265 - 1321). De hecho, en 1481 se publicó una edición con imágenes del artista. En este libro hay 34 cantos dedicados al descenso hacia los infiernos y se ha convertido en una de las partes del texto más trabajada por artistas alrededor de todo el mundo.

Lo interesante de este dibujo es cómo logra darle vida a la descripción de Dante. Para el escritor, el infierno era una especie de cono divido por niveles, exactamente nueve círculos. Así, mientras más se descendía, peor el pecado y más terrible el castigo que le esperaba al penitente.

Abajo se puede ver a Lucifer escondido en una especie de cueva que toma el aspecto de una cúpula. A partir de ahí, el camino va ascendiendo hasta llegar a la entrada.

8. Las tentaciones de Cristo (1481 - 1482)

Las tentaciones de Cristo
Capilla Sixtina, Vaticano, Roma, Italia

Este es el fresco que realizó Botticelli para la Capilla Sixtina. El encargo del Papa Sixto IV culminó el reconocimiento del que gozó en vida el artista.

En el fondo se pueden ver los diversas situaciones en las que el demonio buscó tentar a Cristo. A la izquierda, a la altura del árbol, se retrata el momento en que Jesús se encuentra con un peregrino que lo invita a transformar en pan las piedras y así romper su ayuno. Luego, al centro, Satanás reta a Jesús a lanzarse del edificio y ser salvado por lo ángeles. Por último, a la derecha, el demonio es vencido por Cristo y es arrojado por la roca, revelando su verdadera naturaleza: sus garras, cola y orejas de animal.

De este modo, el centro de la composición lo ocupa una ceremonia sagrada del Antiguo Testamento que se celebra frente a un templo. Allí se puede ver a un sumo sacerdote y a un joven Jesús que funcionan como presagio del sacrificio en la cruz.

También se observan varios personajes vestidos a la moda de la época que se especula pertenecían a la familia y al círculo cercano del Papa.

Bibliografía:

  • Bolaños, María. (2007). Interpretar el arte a través de las obras maestras y los artistas más universales. Contrapunto.
  • Grömling, Alexandra y Lingesleben, Tilman. (2007). Grandes Maestros del Arte Italiano: Botticelli. H.F. Ullmann.

Ver también:

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.