El discóbolo de Mirón: características y significado de la escultura griega
La escultura conocida como el Discóbolo de Mirón forma parte de los grandes tesoros del arte de la Antigüedad Clásica, junto a piezas como la Victoria de Samotracia, Laocoonte y sus hijos y la Venus de Milo. Atribuida al escultor Mirón de Eleuteras, es probable que el Discóbolo haya sido elaborado originalmente en bronce hacia el año 450 a.C.
El conocimiento de esta escultura ha llegado a nosotros por medio de copias romanas. La más conocida y mejor lograda de estas copias fue ejecutada en mármol y se encuentra actualmente en el Museo Nacional Romano, en Italia. Esta y las otras copias nos permiten tener una idea de cómo pudo haber sido la escultura original. Conozcamos sus principales características, su función y su significado.
Análisis
El discóbolo es una escultura de bulto redondo que representa a un atleta justo en el momento de preparación para el lanzamiento del disco, una de las competiciones atléticas legadas por la Antigüedad Clásica.
En la base de la escultura, podemos ver un tronco como de una palmera, que el artista ha dejado allí para servir como soporte a la pieza.
La representación supone el instante de la máxima concentración mental y física del atleta en cuestión. El cuerpo se flexiona preparando el lanzamiento. El atleta se prepara para arrojar con toda su fuerza el disco que seguirá la línea de la pierna derecha tras el movimiento de los brazos bien balanceados y arqueados.
Los brazos se expanden cual sendas hélices, dando a entender la búsqueda del equilibrio en el movimiento así como el impulso dinámico. Estos brazos extendidos forman una línea semicircular que comienza en el disco y acaba apenas en la mano izquierda del atleta.
De esta manera, el cuerpo del atleta prefigura una suerte de arco con sus brazos y la inclinación de sus piernas, anunciando la tensión que permitirá el lanzamiento. Asimismo, la inclinación del torso hacia adelante, junto a la flexión de las piernas, forma una línea sinusoidal que va desde la punta de la cabeza hasta la punta del pie.
Sin embargo, no hay signos reconocibles de esfuerzo en el rostro. Por el contrario, el atleta tiene el rostro sereno, sin emoción ni tensión, como si aquella actividad no representara una fuerza importante. La inexpresividad del rostro contrasta con los detalles que el escultor realza en el cuerpo del atleta. Podemos ver la tensión muscular, las venas que sobresalen, el busto, las costillas y algunas articulaciones.
Para el historiador de arte Ernst Gombrich, el escultor ha puesto en práctica un recurso heredado del arte egipcio, si bien la pieza original está perfectamente enmarcada en el período clásico griego (siglo V a.C.). Notamos que el escultor ha dejado los hombros en posición frontal mientras que sus extremidades inferiores se hayan de perfil, como si se tratara de una trasposición escultórica de los principios de la pintura egipcia.
Junto a esto, Gombrich destaca el contraste que significa el detallado trabajo anatómico que aplica el escultor en las manos de la figura, lo que rompe el hieratismo egipcio evocado en la visual general. Ciertamente, el escultor ha sido un maestro al convencernos de la naturalidad de una postura que no corresponde con la realidad.
Significado
La serenidad y seriedad del rostro delata las intenciones del escultor Mirón: representar no un sentimiento, sino un ideal de belleza perfecta, que se expresa en la simetría, la proporción y el equilibrio del cuerpo humano en su conjunto, tal como corresponde a los valores plásticos del período clásico griego.
La pieza revela el interés principal de los artistas griegos: la imitación (observación) de la naturaleza por un lado, y la admiración y estudio del cuerpo humano por el otro.
En el arte griego priva la construcción de una belleza ideal, un modelo de perfección, sobre el principio de memoria histórica de un individuo en particular. Los griegos imitan las formas de la naturaleza y las perfeccionan. Es por ello que en este período, a pesar de que las esculturas puedan aludir a alguna personalidad, no son retratos sino alegorías.
El discóbolo no representaría a un atleta sino al ideal atlético. Tal era la importancia social y cultura de los juegos olímpicos y de las competiciones atléticas en general para aquella generación. El discóbolo, palabra que significa 'lanzador de discos', confirma por partida doble la valoración del cuerpo humano para los griegos, tanto por el tema de representación (atletismo) como por la composición plástica.
Otras interpretaciones, menos difundidas y aceptadas, relacionan al Discóbolo de Mirón con la historia del héroe Jacinto o Hyakinthos, amante del dios Apolo. Existen dos versiones en la mitología. Una relata que Jacinto habría ocasionado su propia muerte al lanzar un disco con torpeza y herirse accidental pero fatalmente. Otra versión, señala que el accidente lo habría ocasionado Apolo. De la sangre derramada por el héroe brotaría la flor de jacinto.
Copias y versiones del Discóbolo de Mirón
Para quien se inicia en la historia del arte, puede ser confuso encontrarse con diversas esculturas del Discóbolo de Mirón, las cuales demuestran diferencias sensibles entre ellas. Esto ocurre porque la pieza original, seguramente hecha en bronce, se ha perdido.
Sin embargo, los romanos fueron grandes admiradores del arte griego, y durante su expansión, se abocaron frecuentemente a la replicación en mármol de grandes piezas maestras de la cultura helénica, gracias a lo cual hoy existen diferentes versiones.
Algunas copias son más conocidas que otras. La primera copia que se descubrió fue la llamada Lancelotti, hallada en Villa Palombara propiedad de la familia Massimo en 1781. Es la que se encuentra en el Museo Nacional Romano de Italia y la que hemos tomado como referencia para este análisis.
En 1790 se encontró otra copia en la Villa Adriana de Tívoli, la cual forma parte de la colección del Museo Británico. En un proceso de restauración, la cabeza se orientó en la dirección equivocada.
La fama singular del discóbolo lo hizo también ser objeto de relecturas e innovaciones. No es extraño encontrar obras del arte contemporáneo que refieran esta pieza. Es el caso, por ejemplo, de la obra Atleta cósmico de Salvador Dalí, elaborada en el año 1968.
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Referencias
- Gombrich, Ernst (1989), Historia del arte, México: Diana.
- Página oficial de la Fundación Gala-Salvador Dalí: Atleta cósmico. Recuperado de salvador-dali.org.
- Página oficial del Museo Británico: El discóbolo. Recuperado de britishmuseum.org.