Frida Kahlo: 16 obras imperdibles para entender su importancia
Frida Kahlo fue una pintora mexicana de la primera mitad del siglo XX que se ha convertido en todo un símbolo cultural.
En una biografía sobre la artista, Hilda Trujillo comenta:
Su personalidad ha sido adoptada como una de las banderas del feminismo, de la discapacidad, de la libertad sexual y de la cultura mexicana.
Catalogada como surrealista, Kahlo prefería pensarse a sí misma como alguien que representaba su realidad última, lo que la hacía sentir muy lejos de las preocupaciones por el inconsciente, propias del surrealismo.
Varios elementos marcarían su obra. Por un lado, la indagación del arte popular e indígena mexicano. Por el otro, la exploración de su propio dolor, tanto físico como emocional, derivado de sus graves problemas de salud y de su tormentosa vida al lado de Diego Rivera, el muralista mexicano.
Para comprender mejor su mirada, conozcamos algunas de sus obras más emblemáticas.
1. Las dos Fridas (1931)

Museo de Arte Moderno en la Ciudad de México.
En este cuadro, la artista representa sus dos herencias culturales: a la izquierda, la europea; a la derecha, la indígena.
Ambas están conectadas por la sangre, por las arterias del corazón expuesto. En el retrato a la izquierda, el corazón aparece abierto con un corte transversal, mientras que en el otro vemos la superficie exterior. Por un lado, imagen del corazón de Cristo, por el otro, recuerdo de los sacrificios religiosos del pasado precolombino.
Cada una de las “Fridas” porta atributos diferentes. La Frida europea lleva en su mano derecha una tijera que ha cortado una arteria que gotea sobre su regazo, ataviado con un traje blanco. La Frida indígena lleva en su mano izquierda un pequeño retrato de su amado Diego Rivera, conectado a una de las arterias del corazón.
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2. Diego en mi pensamiento (1943)

Colección Particular de Jaques y Natasha Gelman.
Llamado también Autorretrato como tehuana, este cuadro de Frida Kahlo vuelve a evocar el amor y la adoración por Diego Rivera. Consciente de la fascinación que el pintor sentía por la vestimenta tradicional mexicana, Frida se atavía con el traje de tehuana, propio de la cultura zapoteca.
En su frente, justo arriba de los ojos, estampa un retrato de Diego Rivera, dándole una cierta literalidad a la imagen.
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3. La columna rota (1944)

Colección de Dolores Olmedo Patiño, Ciudad de México.
En este cuadro, Frida Kahlo representa el sufrimiento derivado de su accidente, que a pesar del paso de los años, sigue haciéndose sentir.
Con un paisaje desértico y desolado al fondo, imagen vida de su soledad, la artista se representa abierta por el torso. Con ello, deja traslucir una columna jónica, asociada con lo femenino, pero quebrada.
Un sistema de amarres le atan la columna, cual mártir cristiana (San Sebastián), mientras soporta la punción que sobre ella ejercen los clavos que atacan todo su cuerpo y su rostro. Aunque llora, su expresión permanece impávida.
4. El ciervo herido (1946)

Colección de Carolyn Farb, Houston, Texas, EE.UU.
Hacia 1949 Frida Kahlo realizó una de sus cirugías para mejorar el problema de su columna. Nada se logró. Decepcionada por los resultados, se representó a sí misma como un ciervo herido en cacería.
Su propia cabeza con cuerpo de animal lleva una cornamenta. El cuerpo es atravesado por fechas hirientes. El ciervo, en medio del bosque árido, en el que al fondo puede distinguirse la luz del horizonte, es incapaz de salvarse.
5. Henry Ford Hospital o la cama volando (1932)

Museo Dolores Olmedo, México D.F.
Frida Kahlo pintó Henry Ford Hospital tras sufrir un aborto espontáneo en Detroit, donde se encontraba con Diego Rivera, quien cumplía el encargo de unos murales.
La obra refleja el dolor físico y emocional que experimentó en ese momento. Se trata de un testimonio de su lucha con la maternidad frustrada, la fragilidad del cuerpo y la soledad.
La pintura muestra a Frida desnuda y ensangrentada sobre una cama de hospital flotante en un paisaje desolado. Está conectada por seis lazos rojos a diferentes elementos simbólicos. En primera instancia, un feto, que representa al hijo que perdió, un símbolo de la maternidad imposible.
Luego, un caracol que puede aludir a la lentitud y el sufrimiento prolongado del aborto. El modelo anatómico de una pelvis femenina señala sus problemas reproductivos y el daño que sufrió en su accidente de juventud.
Por su parte, la máquina industrial vincula la deshumanización de la medicina con la modernidad industrial de Detroit, mientras que la flor marchita expresa la feminidad dañada y la pérdida.
Finalmente, el hueso pélvico fracturado funciona como un recordatorio de sus constantes problemas de salud.
Así, el paisaje árido e inhóspito refuerza la sensación de aislamiento. El uso del color rojo para los lazos enfatiza la sangre, el dolor y la conexión con la muerte.
6. Autorretrato con collar de espinas (1940)

Harry Ransom Humanities Research Center
Art Collection, University of Texas, EE.UU.
Hacia 1939, Frida se había divorciado de Diego Rivera. Es el fracaso de su experiencia amorosa lo que retrata en la obra Autorretrato con collar de espinas. Para ello, utiliza símbolos naturales y combina valores cristianos e indígenas.
El collar de espinas, cual corona de Cristo, representa el estrangulamiento y las heridas producidas por la traición de Rivera. De estas ramas cuelga el cuerpo muerto de un colibrí, símbolo de la “suerte en el amor” según la tradición mexicana o símbolo de Huitzilopochtli, dios de la guerra.
Al mismo tiempo, el colibrí es acechado por un gato negro, mal presagio, que posa en el hombro izquierdo de Frida.
Sobre el hombro derecho, el mono doméstico que le habría regalado Diego Rivera. El mono, jugando, hala el collar, haciendo que las espinas se hundan en su pecho.
Alrededor de los personajes principales, un universo de mariposas y libélulas representan la resurrección.
7. El abrazo del amor del Universo (1949)

La Madre Tierra acoge en su seno a Frida, que a su vez arrulla a Diego Rivera como si de un niño se tratase. Rivera lleva en su frente un tercer ojo que observa toda la escena.
El universo que los envuelve expresa la dualidad del día y de la noche. Cielo y tierra tienen rostro y de los senos de la tierra materna gotea la leche que alimenta, mientras las raíces se extienden buscando el suelo.
Varios símbolos mexicanos participan de la escena, como el vestido tradicional de Frida y plantas como nopales, cactus y magueyes. A los pies de aquel universo amoroso y envolvente, yace un perro de raza xoloitzcuintle, que de acuerdo a la mentalidad mexicana, es símbolo de la muerte.
8. Sin esperanza (1945)

Durante un período de su vida, Frida Kahlo sufrió de inapetencia hasta quedar extremadamente delgada. Por ese motivo, tuvieron que alimentarla a través de un embudo.
Sobre un paisaje estéril que contiene al sol y la luna, el día y la noche como un ciclo eterno e indiferenciado para quien sufre, Frida representa este momento.
El embudo gana dimensiones fantásticas, y en lugar de llevar comida procesada, recoge toda suerte de carnes rojas, aves y pescados.
Sobre ellos, una calavera de azúcar decorada con los motivos del día de muertos que lleva su nombre como si el fin se presentara como un dulce alivio.
Detrás del cuadro, Frida escribió: “No resta ni la menor esperanza en mí... Todo se mueve en sintonía con lo que el estómago contiene”.
9. Autorretrato (1926)

Colección Particular.
En 1926 Frida Kahlo pintó su primer autorretrato. Tenía para entonces 19 años de edad y sufría las consecuencias del grave accidente que la dejó mucho tiempo postrada en cama.
Durante esa época, la artista no podía ver más que el techo de su habitación. Su madre, conmovida, diseñó para ella un caballete especial, que le permitiría pintar acostada.
A un lado del caballete, sujetó un espejo, de manera que Frida podía al menos verse a sí misma. Fue así que comenzó a autorretratarse. Este sería el cuadro que daría inicio a su indagación personal.

Contrario a la opinión desinformada, Frida no se rendía tributo a sí misma. Más bien se percibía fea y demasiado delgada, y no embelleció ninguno de sus rasgos, sino que realzó aquellos elementos considerados “antiestéticos”, tales como sus cejas unidas y arqueadas en corazón.
Jamás advirtió que en esta “sinceridad” encontraría su signo distintivo y despertaría el interés de la comunidad internacional.
10. Frida y Diego Rivera (1931)

Museo de Arte Moderno de San Francisco, EEUU.
Frida era una auténtica devota de Diego Rivera. Siempre lo percibió como un talento superior, mientras que veía su propia obra como “absolutamente espantosa”.
Con esta mentalidad, no tuvo problema en asumir el papel de la esposa que respalda y sirve a su marido. Dicen Servando Ortoll y Annette B. Ramírez de Arellano en un ensayo titulado Frida Kahlo. Retrato de la artista como esposa empresaria, que esta mujer asumió no sólo el cuidado de su esposo, sino que se encargó de su carrera internacional como una auténtica empresaria del arte.
La idolatría que Rivera despierta en Frida se expresa en este retrato de 1931 llamado Frida y Diego Rivera. Diego porta en su mano derecha los atributos del pintor: la paleta y sus pinceles.
Menuda y ataviada apenas con un traje tradicional mexicano, Frida descansa su mano sobre la de Diego, como si la sostuviera con su fuerza. Además, su rostro se inclina grácilmente hacia su marido.
Sobre ellos, una cinta con una inscripción es sostenida por un ave. Dice: “Aquí nos veis, a mí, Frida Kahlo, junto con mi amado esposo Diego Rivera, pinté estos retratos en la bella ciudad de San Francisco, California, para nuestro amigo Mr. Albert Bender, y fue en el mes de abril del año 1931”.
11. Frida y la cesárea (1931)

Colección de Dolores Olmedo
Ciudad de México.
En el año 1930, un año después de casada, Frida debió enfrentar el primero de sus tres abortos. El de 1930 requirió intervención quirúrgica, ya que era absolutamente imposible el desarrollo del bebé en el útero, debido a las complicaciones de salud de la madre.
Profundamente adolorida, ya que deseaba con intensidad ser madre, al año siguiente pintó esta tragedia. El tema debió representar para ella una gran dificultad, ya que el cuadro quedó inconcluso.
12. Mi nacimiento (1932)

Colección privada de Madonna.
Animada por Diego Rivera a retratar los momentos más singulares de su vida, Frida quiso representar su nacimiento como si se hubiera dado a luz a sí misma. En la escena aparece la madre con el rostro tapado por las sábanas, en alusión a su muerte.
Frida asoma su cabeza entre las piernas de la madre y, bajo ella, un charco de sangre se presenta, recordando también su más reciente aborto espontáneo.
Sobre la cama, colgado en la pared, un cuadro dentro del cuadro retrata a la Virgen de las Angustias que observa la situación. Al pie de la obra, la artista representó un pergamino abierto en el que habrían de ir algunas palabras, que nunca escribió.
Se trata de un exvoto que quedó inconcluso. Parte de su estilo fue, de hecho, una revisión del arte de los exvotos populares, que se basaban en una ofrenda a Dios que contaba mediante la imagen y un texto alusivo, el milagro por el cual se agradecía.
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13. Unos cuantos piqueticos (1935)

Museo Dolores Olmedo, Ciudad de México.
Las infidelidades de Diego Rivera habían alcanzado el colmo cuando decidió tomar a la hermana de Frida por su amante. Una noticia sobre un feminicidio por aquel entonces impactó a Frida: un hombre había asesinado a su mujer a puñaladas. Al ser atrapado por las autoridades declaró: “Sólo le di unos cuantos piqueticos”.
Frida representó este crimen como alegoría de su sufrimiento emocional ante la traición doble, como una muerte espiritual. Sobre los personajes, una filacteria inmortaliza la frase del criminal.
Un rasgo importante del cuadro es que la sangre sale del contexto pictórico y se dispersa por el marco, como queriendo alcanzar la realidad en la que se encuentra el espectador. Así, Frida intenta romper la separación entre ficción y realidad.
14. Naturaleza muerta (1942)

Museo Frida Kahlo, México.
Esta naturaleza muerta fue encomendada por la primera dama de México por aquel entonces, Soledad Orozco, esposa del presidente Manuel Ávila Camacho.
El cuadro se encuentra enmarcado en una circunferencia que alude al útero materno. Dentro de este, se incluyen plantas y frutas con connotaciones eróticas, razón por la que la pieza fue rechazada.
15. Mi familia (1949)

Museo Frida Kahlo
Coyoacán, México.
En un esfuerzo por construir su identidad, Frida pintó a su familia como una suerte de árbol genealógico. El de 1949 no será el único, pero será el que incluye a más personajes de su grupo familiar.
En el centro, su padre y su madre, Guillermo Kahlo y Matilde Calderón. En la franja superior, los abuelos paternos, Jacob Heinrich Kahlo y Henriette Kaufmann Kahlo. Luego, por el lado materno, Antonio Calderón e Isabel González y González. En la franja inferior, sus hermanas Matilde, Adriana, la propia Frida y Cristina.
También aparecen unos niños, aunque no se sabe exactamente quiénes son, ya que quedaron incompletos. Algunos piensan que se trata de los hijos de Cristina. Otros, que son los hijos del anterior matrimonio de su padre y un hermano que murió poco después de nacer. En el centro de esta franja, un bebé. Probablemente sea una alusión a los hijos que perdió en sus abortos.
16. Viva la vida (1954)

Este fue el último cuadro que Frida firmó antes de morir. Aunque no se sabe a ciencia cierta si fue el último que pintó, ya que otros cuadros de ese período, posterior a la amputación de su pierna, lucen toscos y burdos en comparación con este.
Se trata de una celebración a la vida. La sandía, conocida en algunos países como patilla, es una fruta asociada a los esqueletos de los días de muertos.
Así, una vez más, vida y muerte danzan en un cuadro de Frida Khalo. El tono, sin embargo, será optimista, vibrante, a pesar de todos los embates que sufrió en vida. Se despide diciendo “Viva la vida”.
Sobre Frida Kahlo
Su nombre completo fue Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón. Nació el 6 de julio de 1907 en Ciudad de México en la famosa Casa Azul de sus padres. Este lugar siempre fue su residencia, a pesar de que tuvo otras estancias alternativas, como el estudio de Diego Rivera en San Ángel y otros emplazamientos dentro y fuera del país.
Frida era hija de Wilhelm (Guillermo) Kahlo, de ascendencia húngaro alemana, y de Matilde Calderón, natural de Oaxaca.
A lo largo de su vida, Frida experimentó diversos problemas de salud que fueron determinantes en el desarrollo de su carrera pictórica. El primero de ellos fue la poliomielitis que sufrió a los 6 años de edad y que le hizo tener una pierna más corta que la otra.

Inscripción: "Los señores Guillermo Kahlo y Matilde C. de Kahlo le dan gracias a Nuestra Señora de los Dolores por salvar a nuestra hija Frida del accidente que tuvo lugar en 1925, en la esquina de Cuahutemozin y Calzada de Tlalpah."
En 1925, cuando tenía 18 años de edad, un tranvía impactó el autobús en que Frida viajaba, ocasionándole diversas fracturas y lesiones en la columna que le causaron inmovilidad en diferentes momentos de su vida. Fue durante esos períodos en que comenzó a pintar.
Se casó con el muralista Diego Rivera en el año 1929 y pronto quedó embarazada, pero sufrió un aborto en 1930. A este dolor se sumaron las constantes infidelidades de su marido, lo que la llevó al divorcio en 1939, aunque un año después volvieron a casarse.
Es bien conocido el compromiso de Frida Kahlo con el partido comunista, razón por la cual le dio asilo en la Casa Azul a León Trotsky y su mujer, donde el líder ruso sería asesinado en 1940.
Debido a complicaciones de salud, fue internada en el Hospital Inglés desde 1950 hasta 1951. En 1953 le amputaron la pierna derecha.
El 13 de julio de 1954 murió de tromboembolismo pulmonar en la Casa Azul, el mismo lugar donde nació.
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