15 obras claves de Frida Kahlo
Frida Kahlo fue una pintora mexicana de la primera mitad del siglo XX, que se ha convertido en todo un símbolo cultural. En efecto, Hilda Trujillo, en una biografía sobre la artista, comenta: “Su personalidad ha sido adoptada como una de las banderas del feminismo, de la discapacidad, de la libertad sexual y de la cultura mexicana”.
Catalogada como surrealista, Kahlo prefería pensarse a sí misma como alguien que representaba su realidad última, lo que la hacía sentir muy lejos de las preocupaciones por el inconsciente, propias del surrealismo.
Varios elementos marcarían su obra: por un lado, la indagación del arte popular e indígena mexicano; por el otro, la exploración de su propio dolor, tanto físico como emocional, derivado de sus graves problemas de salud y de su tormentosa vida al lado de Diego Rivera, el muralista mexicano. Para comprender mejor su mirada, conozcamos algunas de sus obras más emblemáticas.
Autorretrato, 1926
En 1926 Frida Kahlo pinta su primer autorretrato. Tendría para entonces 19 años de edad y sufría las consecuencias del grave accidente que la dejó mucho tiempo postrada en cama. Durante ese tiempo, Frida no podía ver más que el techo de su habitación. Su madre, conmovida, diseñó para ella un caballete especial, que le permitiría pintar acostada. A un lado del caballete, sujetó un espejo, de manera que Frida podía al menos verse a sí misma. Fue así que Frida Kahlo comenzó a autorretratarse. Este sería el cuadro que daría inicio a su indagación personal.
Contrario a la opinión desinformada, Frida no se rendía tributo a sí misma. Más bien se percibía fea y demasiado delgada, y no embelleció ninguno de sus rasgos, sino que realzó aquellos elementos considerados “antiestéticos”, tales como sus cejas unidas y arqueadas en corazón. Jamás advirtió que en esta “sinceridad” encontraría su signo distintivo y despertaría el interés de la comunidad internacional.
Frida y Diego Rivera, 1931
Más que amor, Frida era una auténtica devota de su marido, Diego Rivera. Siempre percibió a Diego como un talento superior, mientras que se percibía su propia obra como “absolutamente espantosa”.
Con esta mentalidad, no tuvo problema en asumir el papel de la esposa que respalda y sirve a su marido. Dicen Servando Ortoll y Annette B. Ramírez de Arellano en un ensayo titulado Frida Kahlo Retrato de la artista como esposa empresaria, que esta mujer asumió no solo el cuidado de su esposo, sino que se encargó de su carrera internacional como una auténtica empresaria del arte.
La idolatría que Rivera despierta en Frida se expresa en este retrato de 1931 llamado Frida y Diego Rivera. Diego porta en su mano derecha los atributos del pintor: la paleta y sus pinceles. Menuda y ataviada apenas con un traje tradicional mexicano, Frida descansa su mano sobre la de Diego, como si este la soportara a ella. Su rostro se inclina grácilmente hacia su marido.
Sobre ellos, una cinta con una inscripción o filacteria, es sostenida por un ave. La filacteria dice: “Aquí nos veis, a mí, Frida Kahlo, junto con mi amado esposo Diego Rivera, pinté estos retratos en la bella ciudad de San Francisco, California, para nuestro amigo Mr. Albert Bender, y fue en el mes de abril del año 1931”.
Frida y la cesárea, 1931
En el año 1930, un año después de casada, Frida debió enfrentar el primero de sus tres abortos. El de 1930 requirió intervención quirúrgica, ya que era absolutamente imposible el desarrollo del bebé en el útero, debido a las complicaciones de salud de la madre.
Profundamente adolorida, ya que Frida deseaba con intensidad ser madre, al año siguiente pintó esta tragedia en el cuadro llamado Frida y la cesárea. El tema debió representar para ella una gran dificultad, ya que el cuadro quedó inconcluso.
Las dos Fridas, 1931
En este cuadro, Frida parece haberse inspirado en el recuerdo de una amiga imaginaria que tuvo a los 6 años de edad, una especie de alter ego. En el cuadro representa sus dos herencias culturales: a la izquierda, la europea; a la derecha, la indígena.
Ambas están conectadas por la sangre, por las arterias del corazón expuesto. En en el retrato a la izquierda, el corazón aparece abierto como en un corte transversal, mientras que en el otro vemos la superficie exterior del corazón. Por un lado, imagen del corazón de Cristo, por el otro, recuerdo de los sacrificios religiosos del pasado precolombino.
Cada una de las “Fridas” porta atributos diferentes: la Frida europea lleva en su mano derecha una tijera que ha cortado una arteria que gotea sobre su regazo, ataviado con un traje blanco. La Frida indígena lleva en su mano izquierda un pequeño retrato de su amado Diego Rivera, conectado a una de las arterias del corazón.
Vea también Análisis del cuadro Las dos Fridas, de Frida Kahlo.
Mi nacimiento, 1932
Animada por Diego Rivera a retratar los momentos más singulares de su vida, Frida quiso representar su nacimiento como si se hubiera dado a luz a sí misma. En la escena aparece la madre con el rostro tapado por las sábanas, en alusión a su muerte.
Frida asoma su cabeza entre las piernas de la madre y bajo ella un charco de sangre se presenta, recordando también su más reciente aborto espontáneo. Sobre la cama, colgado en la pared, un cuadro dentro del cuadro retrata a la Virgen de las Angustias que observa la situación.
Al pie de la obra, Frida representó un pergamino abierto en el que habrían de ir algunas palabras, que nunca escribió. El cuadro se trata, por lo tanto, de un exvoto que quedó inconcluso. Parte de su estilo fue, de hecho, una revisión del arte de los exvotos populares, que se basaban en una ofrenda a Dios que contaba mediante la imagen y un texto alusivo, el milagro por el cual se agradecía.
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Unos cuantos piqueticos, 1935
Las infidelidades de Diego Rivera habían alcanzado el colmo cuando decidió tomar a la hermana de Frida por su amante. Una noticia sobre un feminicidio por aquel entonces impactó a Frida: un hombre había asesinado a su mujer a puñaladas. Al ser atrapado por las autoridades declaró: “Solo le di unos cuantos piqueticos”.
Frida representó este crimen como alegoría de su sufrimiento emocional ante la traición doble, como una muerte espiritual. Sobre los personajes, una filacteria inmortaliza la frase del criminal. Un rasgo importante del cuadro es que la sangre sale del contexto pictórico y se dispersa por el marco, como queriendo alcanzar la realidad en la que se encuentra el espectador. Así, Frida intenta romper la separación entre ficción y realidad.
Autorretrato con collar de espinas, 1940
Hacia 1939 Frida se había divorciado de Diego Rivera. Es el fracaso de su experiencia amorosa lo que retrata en la obra Autorretrato con collar de espinas. Utilizará símbolos naturales para ello y combinará valores cristianos e indígenas.
El collar de espinas, cual corona de Cristo, representa el estrangulamiento y las heridas producidas por la traición de Rivera. De estas ramas cuelga el cuerpo muerto de un colibrí, símbolo de la “suerte en el amor” según la tradición mexicana o símbolo de Huitzilopochtli, dios de la guerra. El colibrí es acechado al mismo tiempo por un gato negro, mal presagio, que posa en el hombro izquierdo de Frida.
Sobre el hombro derecho, el mono doméstico que le habría regalado Diego Rivera. El mono, jugando, hala el collar, haciendo que las espinas se hundan en su pecho. Alrededor de los personajes principales, un universo de mariposas y libélulas representan la resurrección.
Naturaleza muerta, 1942
Esta naturaleza muerta fue encomendada por la primera dama de México por aquel entonces, Soledad Orozco, esposa del presidente Manuel Ávila Camacho. El cuadro se encuentra enmarcado en una circunferencia que alude al útero materno. Dentro de este, se incluyen plantas y frutas con connotaciones eróticas, razón por la cual la pieza fue rechazada.
Diego en mi pensamiento, 1943
Llamado también Autorretrato como tehuana, este cuadro de Frida Kahlo vuelve a evocar el amor y la adoración por Diego Rivera. Consciente de la fascinación que el pintor sentía por la vestimenta tradicional mexicana, Frida se atavía con el traje de tehuana, propio de la cultura zapoteca. En su frente, justo arriba de los ojos, estampa un retrato de Diego Rivera, dándole una cierta literalidad a la imagen.
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La columna rota, 1944
En este cuadro, Frida Kahlo representa el sufrimiento derivado de su accidente, que a pesar del paso de los años, sigue haciéndose sentir. Con un paisaje desértico y desolado al fondo, imagen vida de su soledad, Frida se representa abierta por el torso, dejando traslucir una columna jónica, asociada con lo femenino, pero quebrada. Un sistema de amarres la atan la columna, cual mártir cristiana (San Sebastián), mientras soporta la punción que sobre ella ejercen los clavos que atacan todo su cuerpo y su rostro. Aunque llora, su expresión permanece impávida.
Sin esperanza, 1945
Durante un período de su vida, Frida Kahlo sufrió de inapetencia hasta quedar extremadamente delgada. Por ese motivo, tuvieron que alimentarla a través de un embudo. Sobre un paisaje estéril que contiene al sol y la luna, el día y la noche como un ciclo eterno e indiferenciado para quien sufre, Frida representa este período.
El embudo gana dimensiones fantásticas, y en lugar de llevar comida procesada, recoge toda suerte de carnes rojas, aves y pescados. Sobre ellos, una calavera de azúcar decorada con los motivos del día de muertos. ¿Acaso se le presenta dulce la muerte frente a esta tortura alimentaria? Sobre la calavera, está escrito su nombre.
Detrás del cuadro, Frida escribió: “No resta ni la menor esperanza en mí... Todo se mueve en sintonía con lo que el estómago contiene”.
El ciervo herido, 1946
Hacia 1949 Frida Kahlo realizó una de sus cirugías para mejorar el problema de su columna. Nada se logró. Decepcionada por los resultados, se representó a sí misma como un ciervo herido en cacería. Su propia cabeza con cuerpo de ciervo lleva una cornamenta. El cuerpo es atravesado por fechas hirientes. El ciervo, en medio del bosque árido, en el que al fondo puede distinguirse la luz del horizonte, es incapaz de salvarse.
El abrazo del amor del Universo, 1949
La Madre Tierra acoge en su seno a Frida, que a su vez arrulla a Diego Rivera como si de un niño se tratase. Rivera llega en su frente un tercer ojo que observa toda la escena. El universo que los envuelve expresa la dualidad del día y de la noche. Cielo y tierra tienen rostro, y de los senos de la tierra materna gotea la leche que alimenta.
Las raíces se extienden buscando el suelo. Símbolos mexicanos participan de la escena, como el vestido tradicional de Frida. Una vegetación propia de aquellos parajes mexicanos intensos hace su aparición: nopales, cactus y magueyes. A los pies de aquel universo amoroso y envolvente, yace un perro de raza xoloitzcuintle, que de acuerdo a la mentalidad mexicana, es símbolo de la muerte, en ese caso, es la muerte dormida.
Mi familia, 1949
En un esfuerzo por construir su identidad, Frida pinta su familia como una suerte de árbol genealógico. El de 1949 no será el único, pero será el que incluye a más personajes de su grupo familiar.
En el centro, su padre y su madre, Guillermo Kahlo y Matilde Calderón. En la franja superior, los abuelos paternos, Jacob Heinrich Kahlo y Henriette Kaufmann Kahlo, y maternos, Antonio Calderón e Isabel González y González. En la franja inferior, sus hermanas Matilde, Adriana, la propia Frida, Cristina.
También aparecen unos niños, aunque no se sabe exactamente quiénes son, ya que quedaron incompletos. Algunos piensan que se trata de los hijos de Cristina; otros, que los hijos del anterior matrimonio de su padre y un hermano que murió poco después de nacer. En el centro de esta franja, un bebé. Probablemente sea una alusión a los hijos que perdió en sus abortos.
Viva la vida, 1954
Este fue el último cuadro que Frida firmó antes de morir, aunque no se sabe a ciencia cierta si fue el último que pintó, ya que otros cuadros de ese período, posterior a la amputación de su pierna, lucen toscos y burdos en comparación con este.
El cuadro es una celebración de la vida. La sandía, conocida en algunos países como patilla, es una fruta asociada a los esqueletos de los días de muertos. Así, una vez más, vida y muerte danzan en un cuadro de Frida Khalo. El tono, sin embargo, será optimista, vibrante, a pesar de todos los embates que sufrió en vida. Frida se despide diciendo “Viva la vida”.
Sobre Frida Kahlo
Su nombre completo fue Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón. Nació el 06 de julio de 1907 en Ciudad de México en la famosa Casa Azul de sus padres, que fue siempre su residencia, a pesar de que a lo largo de su vida tuviera otras estancias alternativas como el estudio de Diego Rivera en San Ángel y otros emplazamientos dentro y fuera del país. Frida era hija de Wilhelm (Guillermo) kahlo, de ascendencia húngaro alemana, y de Matilde Calderón, natural de Oaxaca.
A lo largo de su vida, Frida experimentó diversos problemas de salud que fueron determinantes en el desarrollo de su carrera pictórica. El primero de ellos, fue la poliomielitis que sufrió a los 6 años de edad, y que le hizo tener una pierna más corta que la otra.
En 1925, cuando tenía 18 años de edad, un tranvía impactó el autobús en que Frida viajaba, ocasionándole diversas fracturas y lesiones en la columna que le causaron inmovilidad en diferentes momentos de su vida. Fue durante esos período en que Frida comenzó a pintar.
Frida Kahlo se casó con el muralista mexicano Diego Rivera en el año 1929 y pronto quedaría embarazada, pero sufriría un aborto en 1930. A este dolor se sumaron las constantes infidelidades de Rivera, lo que la lleva al divorcio en 1939, aunque un año después vuelven a casarse.
Es bien conocido el compromiso de Frida Kahlo con el partido comunista, razón por la cual le dio asilo en la Casa Azul a León Trotsky y su mujer, donde el líder ruso sería asesinado en 1940.
Debido a complicaciones de salud, Frida fue internada en el Hospital Inglés en 1950 hasta 1951. En 1953 le amputaron la pierna derecha.
El 13 de julio de 1954 Frida Kahlo murió de tromboembolismo pulmonar en la Casa Azul, el mismo lugar donde nació.
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