La religión es el opio del pueblo

Fabián Coelho
Fabián Coelho
Licenciado en Letras
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Qué significa La religión es el opio del pueblo:

La frase “la religión es el opio del pueblo” es autoría de Karl Marx, prominente intelectual y filósofo alemán del siglo XIX. Significa que la religión es usada por las clases dominantes como instrumento para controlar al pueblo, aliviando y dándole sentido a sus padecimientos mediante la idea de un mundo de dicha ilusoria y la promesa de una vida eterna.

La frase se inscribe dentro del sistema de pensamiento de Marx, también conocido como marxismo, que sostenía que las personas oprimidas por el sistema capitalista debían hacer una revolución para acabar con el capitalismo e instaurar un régimen comunista de igualdad y justicia social.

Análisis de la frase

“La religión es el opio del pueblo” es la traducción de la frase original en alemán “Die Religion […] sie ist das Opium des Volkes”. Se encuentra en el escrito “Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel”, publicado en 1844, en el periódico Deutsch-Französischen Jahrbücher her (anuarios franco-alemanes).

La frase se halla en una parte del escrito donde Marx expone sus ideas en torno a la religión y su significado para el pueblo. Para su análisis, es muy importante apreciarla en su contexto:

La miseria religiosa es, al mismo tiempo, la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura atormentada, el alma de un mundo desalmado, y también es el espíritu de situaciones carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo.

Renunciar a la religión en tanto dicha ilusoria del pueblo es exigir para este una dicha verdadera. Exigir la renuncia a las ilusiones correspondientes a su estado presente es exigir la renuncia a una situación que necesita de ilusiones. Por lo tanto, la crítica de la religión es, en germen, la crítica de este valle de lágrimas, rodeado de una aureola de religiosidad.

Para Marx, la religión implica no solo la miseria real de la vida humana, sino una forma de protesta contra esta, como si la religión, en cierto sentido, se sustentara precisamente en la miseria del mundo y de la realidad que atormenta el alma humana.

Por ello, en el siguiente párrafo, Marx llama a renunciar a la religión, a su dicha ilusoria, a su promesa de un mundo mejor después de esta vida miserable, pues considera que la religión es síntoma de la necesidad de ilusiones del pueblo, condenado a un valle de lágrimas.

En este sentido, Marx reconoce implícitamente la necesidad de las sociedades de una vida espiritual que dé sentido a la vida, que conduzca sus pasos, que les haga creer que el sufrimiento en este mundo es irremediable y pasajero, y que deben resistirlo porque sus vidas de trabajos y carencias serán recompensadas en la promesa de la vida eterna en el Paraíso.

Para Marx, pues, la renuncia a la religión en pos de la lucha por lograr una dicha verdadera en la vida real, sin postergaciones, sería lo idóneo; una vida no sometida a las necesidades y las estrecheces que el pueblo es obligado a soportar para sostener a los opresores, es decir, las clases dirigentes, los dueños de los medios de producción y el clero; una vida mejor en un mundo mejor aquí en la tierra, durante esta existencia.

La religión niega esa posibilidad, porque la religión convoca un mundo imaginario, lleno de ilusiones y promesas de una vida mejor, sin penurias ni sufrimientos, que funciona como bálsamo para soportar el dolor y la miseria de un sistema social que oprime a la mayor parte de la población, privilegiando a unos pocos.

Así, pues, esta vida miserable solo es soportable gracias a esa promesa que aliena al ser humano, que lo adormece y lo hace aceptar el orden social vigente como necesario e irremediable, imposible de cambiar, pues esta ha sido la voluntad de Dios, obligándolo a postergar los sueños de justicia e igualdad al mundo divino. Dicho de otro modo: la religión pasa a ser el discurso por medio del cual se legitiman las injusticias sociales.

De allí la comparación metafórica de la religión con el opio, que es una sustancia narcótica, obtenida a partir de las semillas de la amapola, que tiene un efecto analgésico y tranquilizante en las personas, y que antiguamente era usada como medicina contra el dolor.

Así, del mismo modo en que el opio funciona como una anestesia contra el dolor, limita el pensamiento, nubla la visión, e impide enfrentar la realidad, asimismo la religión no permite ver más allá del mundo ilusorio que han pintado, con sus amenazas de castigo eterno en caso de rebeldía y su promesa de paz eterna.

La religión es el remedio para calmar las angustias espirituales e impedir que el pueblo luche para modificar el orden establecido por las clases dominantes, que es causa de su sufrimiento.

Para Marx, por lo tanto, la única respuesta a ese sistema social que obligaba al pueblo al sufrimiento y las necesidades era una revolución que cambiara las condiciones del mundo y que cumpliera las promesas de un mundo mejor no en el más allá, después de la vida, sino en la propia tierra.

Sobre Karl Marx

Karl Marx fue un filósofo alemán de origen judío nacido en el Reino de Prusia en 1818. Su obra abarcó los campos de la filosofía, la política, la historia, la economía y la sociología.

Es considerado uno de los intelectuales más influyentes de los últimos siglos. Junto con Friedrich Engels fundó el socialismo científico, el materialismo histórico y el comunismo histórico.

Sus teorías sobre la sociedad, la economía y la política son conocidas con el nombre de marxismo, y ejercieron una enorme influencia en el pensamiento filosófico posterior.

Entre sus escritos más conocidos destacan El capital y el Manifiesto del Partido Comunista. Murió en el Reino Unido en 1883.

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Fabián Coelho
Fabián Coelho
Profesional de las letras, licenciado por la Universidad de Los Andes (2011).