Las 5 leyendas más fascinantes de Durango

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 8 min.

Durango, es un estado ubicado en la región norte de México, conocido por su vasto territorio montañoso, sus impresionantes desiertos y su rica biodiversidad. Su historia y cultura se entrelazan con las tradiciones indígenas, la época colonial y los tiempos revolucionarios, lo que le otorga una identidad única.

Es un lugar fértil para las leyendas debido a su combinación de paisajes misteriosos y la rica tradición oral de sus comunidades.

Además, su aislamiento geográfico en épocas pasadas permitió que estos relatos se transmitieran y enriquecieran, creando un vasto repertorio de historias que aún cautivan a locales y visitantes.

1. La monja de la catedral

Esta leyenda se refiere a una joven que consagró su vida a Dios, pero su historia terminó de manera trágica. Se cuenta que su espíritu aún ronda la Catedral Basílica Menor de Durango.

En tiempos coloniales, durante la intervención francesa en México, una joven proveniente de una familia adinerada fue forzada a ingresar a un convento para convertirse en monja, siguiendo los deseos de sus padres y las costumbres de la época. Aunque inicialmente resignada, con el tiempo conoció a un soldado francés y ambos se enamoraron perdidamente.

Sin embargo, el hombre tuvo que irse y prometió volver por ella. Así, cada noche la chica lo esperaba en una de las torres, hasta que una noche cayó o se lanzó, hay diversas versiones.

Desde entonces, su espíritu no ha encontrado paz y se le aparece a los fieles y visitantes de la catedral. Muchos aseguran haber visto a una figura femenina vestida de hábito caminar silenciosamente por los pasillos o rezando de rodillas en las bancas durante las noches. Se dice que su alma atormentada permanece en el lugar esperando reencontrarse con su amor perdido.

2. La cueva colorada

La cueva de la fortuna es recordada como un lugar enigmático y peligroso, donde el deseo por riquezas puede llevar a encuentros sobrenaturales y a fuerzas que nadie puede explicar.

En las remotas sierras de Durango, corrían historias sobre cuevas llenas de riquezas ocultas. Movidos por la promesa de fortuna, un grupo de hombres decidió aventurarse en su búsqueda, confiando en que encontrarían algún tesoro escondido.

Después de horas de explorar, se toparon con una pequeña cueva que parecía prometedora. Intrigado, el más joven decidió entrar primero para inspeccionarla. Sin embargo, al avanzar unos pasos, quedó atrapado, incapaz de moverse o encontrar una salida. Sus amigos, preocupados, intentaban ayudarlo sin éxito, hasta que un hombre desconocido apareció de la nada.

Este misterioso individuo, con voz calmada, se ofreció a ayudarlo. Mientras trabajaba para liberarlo, le habló de una inmensa fortuna que se encontraba al fondo de la cueva, sugiriendo que era un lugar especial y lleno de secretos. Luego, le indicó el camino para salir.

Cuando se giró para agradecer al desconocido, se dio cuenta de que había desaparecido por completo. Sorprendido, les preguntó a sus amigos por el hombre, pero ellos lo miraron desconcertados. Según ellos, nadie más había entrado a la cueva.

Intrigados por la mención de la fortuna, intentaron regresar a la cueva para buscar el supuesto tesoro. Sin embargo, una serie de fenómenos inexplicables —desde fuertes vientos hasta lluvias torrenciales— se interpusieron en su camino, obligándolos a desistir.

3. El hombre sin cabeza

La leyenda del ferrocarrilero sin cabeza se mantiene viva como una advertencia sobre los peligros de la irresponsabilidad y el poder del más allá.

En la década de los años 50, en la localidad de Nazareno, Durango, vivía un hombre que trabajaba en los cambios de vías para los trenes que transitaban por la región. Su vida transcurría tranquila, marcada por la rutina de su labor diaria.

Un día se celebró una gran boda en el pueblo. Como era costumbre, todo el vecindario asistió, incluido el ferrocarrilero. La festividad estuvo llena de música, baile y, sobre todo, mucho alcohol. Conforme avanzaba la tarde, los invitados, incluido el ferrocarrilero, ya estaban bastante ebrios. Entre risas y tragos, él se percató de la hora y recordó que debía realizar el cambio de vías para un tren que pasaría a las 11 de la noche.

Apresurado, regresó a su puesto de trabajo. Sin embargo, el cansancio de la jornada y los efectos del alcohol lo vencieron. Decidió recostarse sobre el pasto para descansar, usando las vías del tren como almohada. Su sueño fue tan profundo que no se dio cuenta cuando el tren pasó, llevándose su vida en un instante y dejándolo sin cabeza.

A la mañana siguiente, los pobladores encontraron su cuerpo sin vida y notificaron a la familia para que pudiera ser enterrado. Sin embargo, su historia no terminó ahí. Desde aquel trágico día, muchas personas aseguran haber visto su espíritu rondando las vías. Aparece como una figura sin cabeza, con su cráneo colgando de una mano, mientras camina lentamente por los rieles.

4. El tren de Poanas

Esta antigua leyenda se refiere a los turbulentos días de la Revolución Mexicana. Esta fue una época en donde la vida se tornó extremadamente difícil debido a los constantes enfrentamientos entre las tropas federales y los revolucionarios.

En el pueblo de Poanas, un tren que transportaba a más de 200 soldados junto con sus provisiones y armamento fue víctima de una emboscada. Sus adversarios, utilizando explosivos, hicieron estallar varios vagones, lo que provocó la muerte de gran parte de los soldados. Muchos quedaron calcinados o mutilados en medio de la devastación. Sus heridas los condenaron a una agonía prolongada, ya que nadie acudió a auxiliarlos.

Con el paso del tiempo, cuando el fragor de la Revolución quedó atrás y los recuerdos de la tragedia comenzaron a desvanecerse, el miedo se instaló entre los habitantes. Viajar en tren por aquel tramo desolado se convirtió en un acto de valentía.

Se decía que al caer la noche era posible escuchar los lamentos y gritos de los soldados que habían perdido la vida en aquel fatídico suceso. Los relatos también cuentan que, incluso si alguien lograba llegar a la estación sin oír nada extraño, al atardecer se podía percibir el lejano silbido de un tren acercándose. La luz del faro iluminaba la oscuridad como si el tren estuviera a punto de llegar, pero jamás lo hacía. Era el tren fantasma, aquel que nunca alcanzó su destino.

A día de hoy, hay quienes aseguran que este misterioso tren sigue recorriendo su eterno trayecto, como un eco de los horrores vividos en ese tiempo de guerra.

5. La zona del silencio

En el desierto chihuahuense, el misterioso Bolsón de Mapimí guarda una enigmática historia que ha fascinado a muchos. Este lugar, conocido como la "Zona del Silencio", debe su nombre a un fenómeno inexplicable que afecta las comunicaciones.

Así, las ondas de radio parecen desvanecerse en el aire. Algunos aseguran que este es un punto de encuentro para lo desconocido y un lugar frecuentado por seres de otros mundos.

La leyenda comenzó a principios de los años setenta, cuando un cohete estadounidense, el Athena, perdió el control durante un ensayo de la NASA y terminó impactando en esta remota región. La llegada de un equipo de especialistas estadounidenses fue inmediata. Contrataron a algunos lugareños para ayudar en la búsqueda del artefacto, desplegando recursos impresionantes, incluidos aviones, para rastrear la zona. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, localizar el cohete llevó varias semanas, algo que generó intriga entre los habitantes de los alrededores.

Cuando finalmente encontraron los restos, las operaciones para retirarlos se llevaron a cabo bajo un estricto control. Además, se cargaron toneladas de tierra de los alrededores, bajo la premisa de que estaban contaminadas con desechos radiactivos. Todo esto se realizó con un nivel de seguridad tan riguroso que incluso los lugareños tuvieron prohibido acercarse. Este secretismo no hizo más que avivar las sospechas y desatar toda clase de rumores.

No mucho después, un habitante de Ceballos, Durango, reportó haber encontrado una zona en la que las radios no funcionaban, donde el sonido parecía apagarse como si algo invisible lo bloquease. Fue entonces cuando surgió la teoría de un cono magnético en la región, capaz de causar ionizaciones en la atmósfera y de interrumpir las ondas de radio. A esta idea se sumaron otras más fantásticas, como la posibilidad de que la Zona del Silencio fuera un punto de aterrizaje para naves extraterrestres.

Hoy en día, este rincón del desierto sigue siendo objeto de debate, misterio y fascinación, atrayendo a curiosos, científicos y amantes de lo sobrenatural por igual.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.