12 mitos y leyendas de Colombia que te fascinarán
Colombia cuenta con una numerosa cantidad de mitos y leyendas. Relatos que se han transmitido generacionalmente y que forman parte de la riqueza folclórica del país.
En cada rincón colombiano, se transmiten historias que combinan lo real y lo irreal, lo histórico y lo mítico.
A continuación, te proponemos una selección de 12 mitos y leyendas colombianos comentados, de diversa temática y de diferentes regiones del país.
1. El jinete negro
En el municipio colombiano de Ocaña existe una leyenda en torno a la figura de don Antón García, un caballero que vivió presuntamente durante la época colonial. Por tanto, el origen de esta narración pudo surgir durante la conquista.
Según se narra, Antón García de Bonilla era un importante hacendado que tenía a numerosas personas bajo su servidumbre. También se cuenta de su figura que le encantaban los caballos.
A día de hoy, la ciudad de Ocaña cuenta con un museo que lleva el nombre de este personaje.
Dice la leyenda que en las calles de Ocaña las gentes podían ver el fantasma del jinete negro, don Antón García, caballero de la época colonial.
El espectro iba vestido de negro, portaba un sombrero y unas alas anchas. De sus hombros caía una capa oscura y larga que le cubría todo el cuerpo. Su aspecto causaba espanto y pavor a aquellos que se lo cruzaban.Cuentan que, en vida, hizo construir un lago en una de sus fincas, cerca del río Magdalena, para lo cual empleó mucha servidumbre. Le encantaban los caballos, y todas las noches se podía oír su caballo negro saltar por las oscuras calles del lugar.
Cuando su esposa enfermó, don Antón García le hizo una promesa a Santa Rita, patrona de los imposibles. Sin embargo, esta promesa se le olvidó y, cuando don Antón García falleció, San Pedro le ordenó acudir cada noche a visitar el Santuario de Santa Rita, hasta la consumación de los siglos.
2. La Madremonte
Este mito es popular en la región Amazónica de Colombiana y los Llanos Orientales. También, es conocido con otros nombres fuera de Colombia.
Tiene como protagonista a un ser denominado Madremonte o Madreselva, cuyo origen podría estar basado en las antiguas divinidades indígenas encargadas de preservar la naturaleza.
Es un ser fantasmagórico que se enfurece con todos aquellos que maltratan el medio natural, por eso, en ese sentido, ejerce de protectora.
Este mito cuenta con diferentes versiones, esta es una de ellas:
Cuenta la historia que, cuando suceden grandes temporales, vientos, inundaciones u otros desastres naturales que estropean sembrados, se pueden oír los gritos de la Madremonte. Un ser corpulento, mitad mujer y mitad monte.
Vive alejada de la civilización y aparece en mitad de los rayos y centellas. Según narran los campesinos, este ser hace perder a los niños en el bosque, los orienta por zonas desconocidas y los esconde debajo de las cascadas.
Cuando la Madremonte se baña en las fuentes o en los ríos, especialmente durante las crecidas, llena las aguas de pestes y otras epidemias.
Además, este ser maldice a los usurpadores de terreno y los dirige a los matorrales y pantanos en las noches más oscuras y tormentosas.
Dicen los campesinos que, para prevenir el encuentro con ella, llevan medallas benditas y escapularios o pepas de cabalonga en el bolsillo.
3. Los amantes del Telembí
Son muchas las historias surgidas alrededor de ríos, embalses y, otros espacios naturales, que despiertan cierto misterio.
En Nariño existe una antigua leyenda en torno al río Telembí. Una narración cuyo origen es desconocido y que nos presenta una historia de amor imposible entre dos miembros de diferente condición, que finalmente se torna en tragedia.
Inchima, hija del cacique de los indios Kuaikeres, se enamoró del humilde joven Telembí, quien también la amaba a ella. Pero su padre la prometió con Tanhuai, cacique de la tribu de los Cuiles.
Al enterarse Telembí del compromiso de su enamorada con otro hombre, decidió subir desesperado a una montaña. Allí se quitó la vida con una lanza envenenada.
El desposorio de Inchima y Tanhuai se celebró por todo lo alto con un gran baile. Pero la joven no estaba enamorada, así que decidió ausentarse un rato para ir a buscar a Telembí.
Cuando llegó a la cumbre de la montaña, se encontró el cuerpo de su amado tendido al borde del precipicio.
La bella muchacha tomó el cuerpo de Telembí y se lanzó con él al precipicio. A su caída, el río se desbordó y arrancó los árboles.
Desde entonces, cuentan las gentes que en las noches de luna llena aparece el espíritu de una mujer que porta en sus brazos el cuerpo de su amante en las orillas del Río Telembí.
4. La Patasola
Es una narración popular en la Región Andina. Denominada así por tener una sola pierna, este personaje mitológico representativo del folclor colombiano ha dado lugar a diferentes narraciones según el sitio. Es el temor de leñadores y caminantes que se adentran en el bosque. Su origen es desconocido, aunque puede verse como una posible narración inventada con en fin de transmitir el terror a las personas infieles.
En esta versión extendida de la leyenda, la Patasola era una mujer que paga las consecuencias de cometer una traición amorosa:
Cuenta la leyenda que la Patasola era una mujer joven y hermosa. Estaba casada y tenía 3 hijos con un campesino, el cual trabajaba sin descanso en la hacienda de un importante señor. Este se obsesionó con conocer a una mujer y, pronto, se fijó en la Patasola.
En la ausencia del campesino, el dueño de la hacienda coqueteaba con la mujer de este. Cuando unos vecinos se percataron de lo sucedido, alertaron al campesino. Este sorprendió a su esposa con su patrón y, enfurecido, cortó una de sus piernas a su esposa.
Dicen que el alma de esta mujer deambula por sierras, caminos y campos. Se ve como una mujer muy bella que se transforma en un monstruo con ojos rojos cuando ha conseguido atraer a alguien.
5. Francisco el Hombre
Esta leyendade la región Caribe tiene como protagonista a un personaje simbólico dentro del folclor colombiano. El cual, podría representar el prototipo de artista vallenatero. Sobre la identidad de este posible personaje histórico existen discrepancias, aunque apuntan a personajes como Francisco Moscote, originario de Riohacha, quien sería uno de los primeros acordeonistas conocidos en la zona.
A día de hoy, uno de los festivales más reconocidos de música valletana de Riohacha lleva el nombre de este personaje legendario.
Cuenta la leyenda que, una noche oscura, mientras Francisco el Hombre tocaba su acordeón para hacer más ameno el camino. De un momento a otro, empezó a escuchar otra melodía, pero no lograba saber su procedencia. Así, decidió batirse en un duelo musical, hasta que por fin consiguió ver de quién se trataba en la penumbra.
Cuando un poco de luz divisó el rostro de su contrincante, descubrió que era el diablo.
Entonces, Francisco el Hombre se percató de que se estaba enfrentando a su máximo duelo y entonó, como nunca antes, una hermosa melodía. También rezó el credo al revés.
Después de eso, Satanás tomó su camino a los infiernos y nunca más regresó, pues no pudo responder a tremenda habilidad con el acordeón. Francisco quedó como ganador en este duelo.
6. La leyenda de la Cocha
En Nariño se ubica una laguna llamada La Cocha, también conocido como lago Guamués. Sobre su origen, existe un mito antiquísimo que descubre la historia trágica de dos amantes y, cuyo descuido, hizo nacer la laguna:
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo las tierras de Nariño carecían de agua. Los indios pedían incansables al creador del universo, Ñamuy, que les proporcionara agua.
Un día, una pareja de enamorados, que estaban muy sedientos, fueron a una cueva en busca de agua. Allí se encontraron con un niño, a quien se la pidieron. En realidad, aquel joven era Ñamuy, quien se había convertido en un chiquito.
Al ver a los enamorados tan sedientos, Ñamuy les dio agua en una vasija. Después, la pareja se fue de allí agradecida hacia las tierras de la Cocha. Estaban muy cansados, por lo que decidieron descansar en el suelo. Sin querer, el agua se derramó del recipiente y fue expandiéndose más y más.Es así como se formó la laguna de La Cocha.
7. La Cabellona
Este mito se ha transmitido en algunos departamentos de Santander y Antioquía. Este espectro aparece y desaparece por las calles de los pueblos y va caminando muy rápido. También se conoce como la Mechuda, por la larga cabellera que tiene:
Dice el mito que en los prados y calles santandereanas, algunas parejas de enamorados han presenciado el espectro de una mujer de rostro bello que oculta con su larga cabellera castaña. Va vestida de blanco y tiene las uñas muy largas.
Su objetivo es asustar a las mujeres a las que considera que son tanto o más bellas que ella era en vida. Pues se dice de ella que vivía obsesionada con su apariencia, hasta tal punto, que descuidaba otros aspectos de su vida.
Para ahuyentarla es necesario sacar unas tijeras, pues dicen que su gran temor es que le corten su larga cabellera.
8. El hombre caimán
En torno a las aguas del río Magdalena, a su paso por Plato, se originó esta leyenda alrededor de la figura de un antiguo pescador que habitó en aquella zona. No se conoce el inicio de esta narración, aunque fue registrada por primera vez en la prensa local hacia 1940 por Virgilio Di Filippo, periodista de la época.
A día de hoy, existe un monumento en la plaza principal de la localidad. También un festival homónimo donde se presenta el folclore local.
Narra la leyenda que en Plato vivió un hombre llamado Saúl. Este tenía la práctica de espiar a las mujeres que se bañaban en el río Magdalena.
Para no ser descubierto, decidió acudir a un brujo para que le preparara una pócima que le permitiera convertirse en caimán. Así, el hechicero le preparó dos pócimas. La primera era roja y servía para transformarse en caimán. Mientras la segunda era blanca y le permitiría volver a su cuerpo original.
Un amigo suyo sería en encargado de proporcionarle los líquidos en cada caso. En una ocasión, lo acompañó otro conocido. Entonces, este se asustó al ver al caimán y derramó sin querer unas gotas del líquido blanco en la cabeza de Saúl. De esta forma, este quedó convertido en mitad hombre y mitad caimán.
A partir de ese momento, se convirtió en el terror de las mujeres, quienes jamás volvieron a bañarse en el río.
9. La Candileja
Esta narración se extiende por los Llanos Orientales y, aunque su origen es desconocido, se fue extendiendo entre los campesinos de generación en generación.
La Candileja es un ser mitológico, descrito como una bola de fuego que tiene extremidades como tentáculos. Tres llamas que simbolizan el cuerpo de la mujer y el de sus dos nietos.
Su apariencia es producto del castigo que tuvo que pagar por ser demasiado compasiva y tolerante con las fechorías de sus nietos:
Cuenta la leyenda que, hace muchos años, vivía una anciana con sus dos nietos. Estos eran muy conocidos por sus travesuras, en las que incluso implicaban a su abuela y la ponían en peligro. También llegaron a utilizarla como caballo de carga.
Cuando la anciana falleció, Dios la sentenció a purgar sus penas como abuela poco severa con sus nietos entre tres llamaradas de candela, las cuales representaban a la mujer y a sus dos descendientes.
Dicen que la mujer suele aparecer en la sosegada madrugada. Sorprende a las gentes en los caminos solitarios, persigue a los enamorados, a los borrachos y los infieles. No tiene piedad con quienes cometen injusticias.
En cambio, es muy compasiva con los niños perdidos, a quienes sirve de guía en su vuelta a casa.
10. La Mancarita
Aunque su origen es incierto, esta narración se extiende por Santander, el Norte de Santander y Boyacá. Tiene como protagonista a un ser con apariencia de mujer, cuyo espectro ahora vaga por los caminos.
Este mito podría tener un carácter aleccionador. En este sentido, la suerte de la Mancarita representaría las consecuencias que tiene ser chismoso.
Cuenta esta leyenda que, hace años, en las tierras santandereanas, vivía una mujer manca que atendía al nombre de Rita. Tenía fama de ser muy chismosa y le gustaba avivar discrepancias entre los paisanos.
Pronto, los habitantes del lugar la desplazaron y relegaron al olvido, pues la mujer no hacía más que dañar sus vidas con las historias que inventaba sobre ellos.
En las noches muy oscuras su imagen se convierte en el terror de los caminos. Su aspecto atemoriza a los animales y viajeros. Tiene la cabellera larga, todo el cuerpo cubierto de pelo y los pies vueltos hacia atrás.
Los sonidos que emite dejan paralizados a quienes los escuchan, ya que son una mezcla de gritos de mujer y llanto de los niños.
11. El Mohán
En el folclore tolimense, destaca un ser mitológico conocido como Mohan. Un personaje descrito físicamente con apariencia humana, cabello largo, ojos grandes y pícaros y uñas largas.
Son distintas las versiones de este mito, cuyo origen es desconocido, pero que se ha transmitido durante años en Tolima. Esta es una versión del mito:
Narra esta historia que, en los charcos más hondos, ríos y desfiladeros, vivía un ser conocido como Mohán.
Este personaje aparecía repentinamente en la orilla de los ríos, atemorizando y raptando a jóvenes, también a los campesinos. Con sus artimañas conseguía encantarlas y enamorarlas, para después llevárselas. Posteriormente, jamás se volvía a saber del paradero de estas mujeres.
12. El Hojarasquín
Los bosques son lugares que siempre han despertado gran misterio para la humanidad. En la mitología mundial existen diferentes seres que habitan en ellos.
Este mito extendido en los Andes colombianos, de origen desconocido, se centra en un ser cuya finalidad es proteger la naturaleza de las acciones humanas que la ponen en peligro:
Cuentan los viejos campesinos que, en los bosques y montes colombianos, hay una misteriosa figura que aparece. Algunos la describen como un cuerpo antropomorfo repleto de musgo y hojas secas que se entremezcla con flores silvestres y otra vegetación.
A veces, aparece como un tronco de árbol seco; o con apariencia de monstruo, mitad asno y mitad hombre. Se levanta cuando alguien se le acerca.
El Hojarasquín aparece cuando las personas intervienen en la naturaleza dañándola. En la tala de bosques o incendios en el medio natural.
Esta aterradora figura despista a los transeúntes del bosque, pero también ayuda a encontrar una salida a aquellos que se pierden por el monte.
Referencias:
- Ocampo, J. (1996). Leyendas populares colombianas. Plaza & Janes.
- Ocampo, J. (2001). Mitos y leyendas de Antioquia la grande. Plaza & Janés.
- Ocampo, J. (2006). Mitos, leyendas y relatos colombianos. Plaza & Janes.
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