11 obras de arte mexicanas que debes conocer

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 14 min.

México le ha regalado al mundo algunos de los artistas más destacados de los últimos tiempos. En el siguiente listado se pueden encontrar obras que calaron hondo en el imaginario colectivo mexicano y cuya fuerza expresiva las ha hecho ser conocidas a nivel internacional.

1. Las dos Fridas (1939) - Frida Kahlo

Las dos Fridas
Museo de Arte Moderno, Ciudad de México

Frida Kahlo (1907 - 1954) es una de las artistas mexicanas más famosas en la actualidad. Su obra se caracteriza por representar un imaginario femenino y latinoamericano, que durante muchos años estuvo fuera del canon artístico. En sus creaciones abundan los autorretratos, imágenes en las que predomina el dolor, la pérdida y la muerte.

En esta obra podemos ver dos personalidades de la artista. Fue terminada poco después de su divorcio con Diego Rivera, por lo que viene a reflejar la crisis de identidad.

En el lado derecho, muestra la parte amada por su ex-marido, una Frida mexicana y con traje de Tehuana que sostiene en la mano un amuleto con el retrato de Rivera. En el lado izquierdo, se puede ver a una Frida con vestido de encaje que viene a representar su lado como mujer soltera.

Los corazones de ambas están al desnudo y se encuentran unidos por una arteria. La Frida soltera está desangrándose debido a la pérdida.

El fondo muestra un cielo amenazante de lluvia, haciendo referencia al dolor que experimentaba en esta dualidad y al intento por encontrarse y definirse a sí misma como un ser autónomo.

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2. Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1947) - Diego Rivera

Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central
Museo Mural Diego Rivera, Ciudad de México

Diego Rivera (1886 - 1957) es uno de los artistas más destacados a nivel internacional, como gran exponente del Muralismo. Reconocido como el "pintor de la identidad mexicana", su obra se enfocó en retratar la realidad social, intentando ser la voz de los oprimidos.

Sin duda, este mural es el más famoso dentro de su producción y fue creado para el Hotel del Prado, que estaba por abrir frente a la Alameda Central. La pintura es de grandes dimensiones, pues mide 4.17 metros de alto y 15.67 de largo.

Se trata de una representación de la historia del país que recorre 400 años y muestra a las figuras más significativas. Al lado izquierdo se encuentran todos los relacionados a la conquista y la independencia, llegando hasta el siglo XIX. Por su parte, al lado derecho se representa la revolución, los movimientos campesinos y la lucha proletaria.

En este paseo coinciden personajes importantes de distintas épocas. Así, se puede encontrar a Hernán Cortés, Sor Juana Inés de la Cruz, Emiliano Zapata, José Martí, Frida Kahlo y al propio artista como niño. En el centro se encuentra la Catrina, la famosa ilustración de José Guadalupe Posada que Rivera incluye para representar las contradicciones del país. Esta fue una caricatura satírica que buscaba criticar el intento de acercarse a lo europeo y ocultar lo propio.

Además de personas famosas, también incluyó a tipos comunes que podían encontrarse en el parque, como vendedores de globos y dulces. Es importante señalar la inclusión de una familia indígena que es expulsada por un guardia, demostrando el racismo que imperaba en aquellos años.

Luego del terremoto de 1985, el hotel sufrió importantes daños, por lo que la pintura fue trasladada al Museo Mural Diego Rivera.

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3. La ofrenda (1913) - Saturnino Herrán

La ofrenda
Museo Nacional de Arte, Ciudad de México

Saturnino Herrán (1887 - 1918) fue un destacado artista, pionero del Muralismo y precursor del Simbolismo. Esta es una de las obras mexicanas más representativas de su cultura, pues se muestra el famoso "Día de los muertos", en el que se celebra a los antepasados.

Este cuadro fue pintado durante la Revolución (1910 - 1917). Aunque fue un periodo tumultuoso, implicó varios cambios, como el reconocimiento del pasado indígena y las tradiciones locales. Así, se generó un espacio para representar el sincretismo y la herencia de los pueblos originarios.

Por ello, en el cuadro se muestra a un grupo campesino, de origen nativo, que representa al pueblo mexicano con su fuerza y empuje hacia el futuro.

Se trata de una peregrinación en la que una familia se traslada en una trajinera (bote) hacia el cementerio. Una de las protagonistas del cuadro es la flor de cempasúchil, característica de esta festividad. En la época prehispánica esta flor se utilizaba como ofrenda, debido a que su color amarillo se asemejaba al sol y servía para guiar el camino de los fallecidos, por lo que en la actualidad se utiliza en los altares a los muertos.

A su vez, los personajes funcionan como una alegoría de la vida y sus etapas. El bebé en la espalda de la mujer refiere al inicio de la existencia, mientras que la pequeña retrata la niñez y el resto de los integrantes la adultez y la vejez.

4. La espina (1952) - Raúl Anguiano

La espina
Museo de Arte Moderno, Ciudad de México

Raúl Anguiano (1915 - 2006) fue un artista que en su obra trabajó temas sociales y representó la diversidad étnica, tradiciones y festividades mexicanas.

En 1949 participó en una expedición a la Selva Lacandona para registrar los murales que se habían descubierto en Bonampak. En su diario contó una anécdota que serviría de inspiración para esta pintura. Su guía, una mujer indígena, tuvo un pequeño accidente que define muy bien el temple de su pueblo:

A la vieja María se le clava una espina en un pie; me pide mi navaja y con la punta se la saca. A pesar de que le sangra el pie, se incorpora y sigue caminando.

La pintura sirve para denunciar la realidad que se vivía en aquella época, donde los indígenas eran grupos segregados a ciertas zonas en las que comenzaba a imperar la deforestación. De hecho, en el fondo se puede observar una selva con árboles talados.

Sin embargo, la protagonista funciona como una representación de la fuerza y la resiliencia ante los obstáculos. A pesar del dolor y la incomodidad, ella continuará con su camino.

5. El descubrimiento del pulque (1869) - José María Obregón

Descubrimiento del pulque José María Obregón
Museo Nacional de Arte, Ciudad de México

José María Obregón (1832 - 1902) fue un reconocido pintor, profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes.

Durante el siglo XIX comenzó la búsqueda de la memoria histórica de México. Con ello, resurgió el deseo de revivir el glorioso pasado prehispánico que se plasmó en diversas obras de arte. Se trataba de crear una narrativa de la identidad mexicana.

Así, este cuadro relata el momento en que Xóchitl le ofrece pulque al rey de los Toltecas, Tepalcatzin. Según la tradición, Papantzin, padre de Xóchitl, descubrió por casualidad el pulque, una bebida alcohólica que se obtiene de la fermentación del jugo extraído de una planta llamada Maguey.

De este modo, decidió ofrecer este brebaje a su rey y acudió a la corte acompañado de su esposa y su hija. El soberano quedó encantado con el regalo y también con Xóchit, que se quedó a vivir allí. Más tarde engendraron un hijo, el último rey tolteca, conocido como Topiltzin.

6. El valle de México - José María Velasco

El valle de México
Museo Nacional de Arte, Ciudad de México

José María Velasco (1840 - 1912) fue el máximo representante del naturalismo pictórico en México. Es considerado el mejor paisajista del periodo, pues incluso estudió botánica y geología para mejorar su técnica y recrear escenas realistas.

Esta pintura se convirtió en un emblema nacional, debido a que en la época en que fue realizada se buscaba que el arte mostrase la identidad del país. De hecho, fue elaborada para la Exposición Internacional de París de 1878, donde fue llamada México 1877.

Se trata de una vista panorámica que revela la hermosura del paisaje y que incluye símbolos patrios como el águila que desciende en picada y en el fondo se pueden ver los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl.

7. Prometeo (1930) - José Clemente Orozco

Prometeo
Pomona College, Claremont, California

José Clemente Orozco (1883 - 1949) es uno de los grandes exponentes del Muralismo y un importante referente del arte latinoamericano.

Este mural es una de sus obras más destacadas. De hecho, Jackson Pollock la llamó "la mejor pintura de Estados Unidos". Fue realizada en 1930 en el refectorio de la casa de estudios Pomona College en California.

Su inspiración fue un mito griego. Aquí representa a Prometeo, el titán que le robó el fuego a los dioses para entregárselo a los humanos y, con ello, se dio inicio a la civilización.

La escena muestra el momento en que el obsequio es recibido por las personas, situación determinante, ya que el fuego simboliza el conocimiento que liberó al mundo de la opresión. Las figuras reaccionan de diversas formas, ya sea con emoción, miedo o apatía.

Es interesante mencionar que cuando el titán toma el fuego, sus manos se funden con las llamas. La crítica ha visto en este detalle una mención autobiográfica, pues el artista perdió su mano izquierda mientras encendía pirotecnia a los 21 años.

Aunque el Muralismo proponía un arte realista, Orozco le imprimió su propio sello a sus creaciones, ya que muestran ciertas características vanguardistas, en figuras distorsionadas que se acercan al expresionismo.

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8. Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz (1750) - Miguel Mateo Maldonado y Cabrera

Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz - Miguel Mateo Maldonado y Cabrera
Museo Nacional de Historia, Ciudad de México

Miguel Mateo Maldonado y Cabrera (1695 - 1768) fue un destacado pintor, cuya obra se centra en la temática religiosa y en la confección de retratos.

Sin duda, esta es su pintura más famosa. En ella representa a uno de los personajes clave de la historia de México, Sor Juana Inés de la Cruz (1848 - 1695), una escritora que rompió con todos los moldes esperados para una mujer del periodo.

Fue realizado años después de la muerte de la autora y se basó en el retrato que hizo el pintor español Juan de Miranda. El artista decidió mostrarla rodeada de libros para hacer hincapié en su sabiduría y amor por el estudio. Asimismo, está vestida con el hábito de la Orden de las Jerónimas a la que perteneció y en el pecho luce el escudo de las monjas.

De este modo, se busca unir ambos aspectos de su vida: el ámbito religioso y el intelectual. Por ello, su mano derecha toca un libro y la izquierda sostiene un rosario.

La pintura se complementa con frases en latín que aluden a los momentos clave en la existencia de Sor Juana.

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9. El suplicio de Cuauhtémoc (1892) - Leandro Izaguirre

El suplicio Leandro Izaguirre
Museo Nacional de Arte, Ciudad de México

Leandro Izaguirre (1867 - 1941 ) fue un artista que se destacó por la creación de cuadros históricos en los que predominaba el realismo. En aquel periodo se buscaba promover una imagen heroica del pasado nacional, por lo que el pintor escogió una escena que enalteciera a figuras importantes de la época precolombina.

Así, se trata de 1521, poco antes de la rendición de Tenochtitlán, donde Cuauhtémoc, el último líder de los aztecas, fue torturado por los españoles.

En el cuadro se puede ver cómo el protagonista está atado en una piedra, mientras sus pies se encuentran extendidos sobre las llamas de un brasero. A su lado se encuentra Tetlepanquetzal, su primo, quien no es capaz de soportar con el mismo temple el suplicio.

Según los relatos históricos, Cuauhtémoc fue interrogado y se le pidió revelar la ubicación del famoso Tesoro de Moctezuma. El líder permaneció sereno y resistió todos los tormentos.

De acuerdo con los expertos, Izaguirre se inspiró en las pinturas barrocas que retrataban el suplicio de los santos cristianos, como por ejemplo, El martirio de san Lorenzo (1650) de José Juárez.

10. La creación de las aves (1957) - Remedios Varo

La creación de las aves
Museo de Arte Moderno, Ciudad de México

Aunque Remedios Varo (1908 - 1963) es española, tras la Guerra Civil se exilió en México donde desarrolló su obra más importante.

Esta pintura es una de las obras cumbres de la artista, pues en ella explora su mundo de fantasía al máximo, entremezclado con las influencias surrealistas que adquirió en los años que pasó en París (1937-1940).

La representación se puede entender como una alegoría a la creación plástica. Retrata a una mujer lechuza que simboliza a la artista. Desde la ventana del lado izquierdo entra una materia que, al pasar por un recipiente, se transforma en tres colores y con ellos pinta pájaros. Al mismo tiempo, sostiene un prisma por el que entra la luz de la luna. Con esa inspiración y los materiales, es capaz de crear un ser vivo.

Por su parte, desde su cuello, cuelga un aparato con el que le entrega su marca a cada una de sus invenciones. A medida que los pájaros cobran vida, echan a volar. Tal como una obra terminada, que se liberta al mundo, encuentra su público y es interpretada por cada espectador de manera distinta.

De este modo, se refiere al acto de pintar como una especie de proceso alquímico. La artista, tal como un científico, es capaz de transformar el material en vida nueva. Aquí, como en la mayoría de su obra, hay un ambiente en el que se cruza la magia y la ciencia, otorgando un carácter místico a lo representado.

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11. Del porfirismo a la revolución (1957 - 1966) - David Alfaro Siqueiros

Del porfirismo a la revolución
Museo Nacional de Historia, Ciudad de México

David Alfaro Siqueiros (1896 - 1974) es uno de los artistas más famosos y polémicos de México. Su obra fue muy comprometida políticamente, pues consideraba el arte como vehículo de conciencia popular.

Estees uno de sus murales más famosos e impresionantes, pues ocupa una superficie de 419 metros. Fue un encargo del Museo Nacional de Historia, donde se le pidió abordar el porfirismo y la Revolución Mexicana.

Así, se muestra de forma cronológica, de derecha a izquierda el proceso que llevó a la Revolución. En la primera parte se puede observar al dictador Porfirio Díaz pisando la Constitución, mientras es adulado por las clases altas que, rodeadas de lujo, son incapaces de notar lo que sucede a su alrededor.

Luego, se retrata la huelga de Cananea y la represión a los mineros sonorenses, finalizado con el pueblo ya levantado en armas.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.