9 obras que muestran el genio incomparable de Miguel Ángel
Miguel Ángel fue uno de los más grandes genios del Renacimiento italiano y su nombre es sinónimo de uno de los mayores y más importantes artistas de todos los tiempos. Aquí te presentaremos las 9 obras más emblemáticas del artista que todos deben conocer:
1. Madonna de la escalera
La Madonna o Virgen de la escalera es un bajo relieve en mármol esculpido entre 1490 y 1492. La obra fue concluida antes de que Miguel Ángel cumpliera los 17 años, cuando aún estudiaba en los jardines de los Médici, en Florencia, con Bertolo di Giovanni.
Este bajo relieve representa a la Virgen sentada en unas escaleras sosteniendo y cubriendo con un manto a su hijo, que yace dormido.
Las escaleras completan el resto del fondo y, en segundo plano, se pueden ver a dos niños jugando, mientras un tercer niño se reclina sobre el pasamanos.
Un cuarto niño se encuentra detrás de la Virgen y parece estar ayudando a niño reclinado a estirar un pañuelo (clara alusión al sudario de Cristo) que ambos sostienen.
En esta obra se destaca la herencia de la Antigüedad clásica. Por lo mismo, se hace notorio el concepto de ataraxia, propio de la filosofía epicúrea, el cual consiste en la ausencia de inquietud de espíritu.
La diferencia entre este concepto y la apatía es que en la ataraxia no hay negación o eliminación de los sentimiento, sino que promueve la felicidad intentando encontrar fuerzas para superar el dolor y las dificultades.
Así, la Virgen se muestra impasible en la contemplación del sacrificio futuro de su hijo, no porque esto no la haga sufrir, sino porque encuentra la forma de superar ese dolor estoicamente.
Para la realización de este bajo relieve, Miguel Ángel hizo uso de la técnica de Donatello (escultor renacentista italiano, 1386-1466), llamada sticiatto (achatado).
2. Centauromaquia
Realizado después de la Madonna de la escalera, Centauromaquia (batalla de los centauros) es un relieve en mármol ejecutado alrededor de 1492, cuando Miguel Ángel aún rondaba los jardines de los Médici.
En él se representa el episodio entre los centauros y los lápitas, cuando, en plena boda de la princesa Hipodamia y Pirítou, rey de lo lápitas, uno de los centauros intentó raptar a la princesa, lo que dio lugar a una batalla.
Los cuerpos se encuentran retorcidos y enredados, lo que hace difícil distinguir quién es quién. Enlazados unos a otros, algunos derrotados en el suelo, todos transmiten desesperación en medio de la batalla.
Con esta obra, el joven Miguel Ángel asume ya su obsesión con los desnudos, pues para él la belleza humana era una expresión de lo divino. Así, contemplar una obra que representa esa belleza a través de la desnudez es contemplar la grandeza de Dios.
Este relieve se encuentra intencionalmente inacabado, algo característico de la obra de Miguel Ángel, que asume muy pronto el concepto de lo incompleto como categoría estética, el non finito.
Son apenas algunas partes del cuerpo (mayoritariamente los troncos de las figuras) las que se encuentran trabajadas y pulidas, mientras que las cabezas y los pies están incompletos.
3. La Piedad
Debido al impacto que supuso la muerte de Lorenzo de Médici en 1492, Miguel Ángel dejó Florencia, se encaminó a Venecia y posteriormente a Bolonia. Regresó a Florencia en 1495 pero inmediatamente partió a Roma.
Fue en Roma que el cardenal francés Jean Bilhères de Lagraulas le encomienda al artista una Piedad en mármol para la basílica de San Pedro en el Vaticano en 1497.
La Piedad de Miguel Ángel es una escultura en mármol ejecutada entre los años 1498 y 1499, y es una de las mayores aproximaciones a la completa perfección en el campo del arte.
En esta obra Miguel Ángel rompe con lo convencional y decide representar a la Virgen más joven que a su hijo. De increíble belleza, ella sostiene a Cristo que yace muerto en su regazo.
Ambas figuras transmiten serenidad, y la Virgen, resignada, contempla el cuerpo sin vida de su hijo. El cuerpo de Cristo es anatómicamente perfecto y los detalles son trabajados a la perfección.
En oposición al concepto del non finito, esta escultura es lo finito por excelencia. Toda la obra está excepcionalmente pulida y acabada, y con ella tal vez Miguel Ángel haya alcanzado la verdadera perfección.
El artista se sintió tan orgulloso de esta escultura que esculpió su firma en la cinta que divide el pecho de la Virgen con las palabras "Michael Angelus Bonarotus Florentinus faciebat", que quiere decir, "Miguel Ángel Buonarroti, el florentino, lo hizo".
4. David
En 1501 Miguel Ángel regresa a Florencia y comienza el David, una escultura en mármol con más de cuatro metros realizada entre los años 1502 y 1504.
El momento de la escena escogido por Miguel Ángel es justo antes del enfrentamiento entre David y Goliat. De este modo, Miguel Ángel no representa a un David triunfador, sino a un joven lleno de ira y de voluntad para enfrentar a su opresor.
El David es un fascinante ejemplo de la fuerza que motoriza la obra de este artista, sea en la elección del desnudo total, o en la turbación interior que la figura transmite.
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5. Tondo Doni
Miguel Ángel y Leonardo da Vinci fueron los dos nombres más grandes y representativos del Renacimiento italiano. Hasta hoy, sus obras inspiran y causan admiración, pero estos artistas, que fueron contemporáneos, nunca estuvieron de acuerdo en vida y se enfrentaron en más de una oportunidad.
Uno de los principales motivos de sus desavenencias era el declarado desdén que sentía Miguel Ángel por la pintura, especialmente la pintura al óleo, arte que consideraba propio de mujeres.
Para este artista, el verdadero arte era la escultura, pues apenas a través de la fuerza física se podría obtener la excelencia.
La escultura, para Miguel Ángel, era masculina, no permitía errores ni revisiones. Así, se oponía a la pintura al óleo, técnica preferida de Leonardo, que permitía que la obra se hiciera por capas, permitiendo constantes correcciones.
Para Miguel Ángel, la técnica pictórica que más podría aproximarse a la superioridad de la escultura sería el fresco que, por sus características, requiere rapidez y precisión y no permite errores ni correcciones ni se puede repintar.
Así, no es de extrañar que en una de las pocas obras pictóricas móviles atribuidas al artista, el Tondo Doni, Miguel Ángel haya utilizado una mezcla de temple y óleo sobre madera en tondo (en círculo).
Esta obra fue realizada entre los años 1503 y 1504. En ella se representa a la Sagrada Familia de una manera muy poco convencional.
Por un lado, la mano izquierda de la Virgen parece dirigirse al sexo de su hijo. Por otro, alrededor de la familia que se encuentra en primer plano, aparecen varias figuras desnudas.
Estas figuras, los ignudi, que aquí son adolescentes, volverán a ser representados con aspecto más adulto en otra obra de Miguel Ángel: la Capilla Sixtina.
6. Frescos de la Capilla Sixtina
En 1508, Miguel Ángel inició una de las obras más importantes a petición del papa Julio II, quien lo había llamado a Roma unos años antes para que proyectara su túmulo.
Conocido por el desprecio a la pintura, Miguel Ángel aceptó la obra bajo protesta, motivo por el cual durante el proceso redactó varias cartas en las que expresaba su descontento.
Por ende, los frescos de la Capilla Sixtina son una impresionante hazaña que aún hoy deslumbra al mundo.
El techo
De 1508 a 1512, Miguel Ángel pintó el techo de la capilla. Ese fue un trabajo intensivo en el cual se demuestra un dominio total de la técnica del fresco y del dibujo.
La técnica del fresco se aplica sobre una base húmeda, lo que significa que el proceso debe ser rápido y sin correcciones.
Así, es impresionante imaginar que durante cuatro años el artista pintó figuras colosales y coloridas acostado, en un espacio de 40 x 14 metros, confiando apenas en sus dibujos.
Los corrimientos de la pintura llegaron a afectar su visión, y además sufrió las consecuencias del aislamiento y la incomodidad de la posición en que trabajaba. Pero estos sacrificios dieron como resultado una de las mayores obras de la pintura.
El techo se encuentra dividido en nueve paneles que resumen el libro del Génesis, al tiempo que evoca a los profetas del Antiguo Testamento y a las Sibilas de la Antigüedad grecorromana.
El Juicio Final
Todo se dirige a mostrar una conexión entre la llamada "Historia de la Creación" y la "Historia de la Salvación", representada por Cristo, quien no aparece en el techo pero sí en el altar, en la famosa escena conocida como el Juicio Final, pintada 20 años después del techo (1535-1541).
Se trata de una composición pictórica con más de 400 cuerpos pintados al desnudo originalmente, incluidos la Virgen y Jesucristo, pero que luego debieron ser revestidos.
Vea también análisis de los frescos de la Capilla Sixtina.
7. Tumba del papa Julio II
En 1505 el papa Julio II llamó a Miguel Ángel y le encomendó su tumba en Roma. En un comienzo quería hacer un gran mausoleo, lo que agradó al artista.
Pero más allá de la grandeza de la obra, el papa, de personalidad inconstante, decidió que quería ser sepultado en la Capilla Sixtina.
Para eso, la Capilla necesitaba varias transformaciones. Por ello, Miguel Ángel tuvo que pintar los frescos en el techo y el altar primero.
El proyecto sufriría otras modificaciones y concesiones. Primero, tras la muerte del papa en 1513, el proyecto redujo sus dimensiones, y, segundo, la visión de Miguel Ángel llegaría a chocar con las expectativas de los herederos del papa.
En 1516, se redactó un tercer contrato, y el proyecto sufriría dos más cambios en 1526 y en 1532. La resolución final determinó que la tumba consistiría sólo en una fachada y que se emplazaría en la iglesia de San Pietro in Vincoli, en Roma.
Moisés
A pesar de todos los contratiempos, y a pesar de que poco de lo soñado se llevó a cabo, Miguel Ángel trabajó intensivamente en el proyecto del mausoleo durante tres años.
Así, de 1513 a 1515, Miguel Ángel esculpió algunas de las obras más emblemáticas de su carrera, y una de ellas, el Moisés, hoy reclama la visita de todo viajero.
El Moisés es una de las esculturas comparables a la Pieta del Vaticano en perfección técnica. Esta escultura y la serie de los Prisioneros o Esclavos estaban destinadas a decorar la tumba parietal.
En esta escultura, se destaca el carácter y la terrible mirada del personaje (Terribilità). Tal como el David, expresa una intensa vida interior, una fuerza que trasciende la piedra de la cual fue extraída la figura.
Imponente, mientras acaricia su larga y detallada barba, Moisés parece garantizar con su mirada y expresión que aquellos que incumplan la ley serán castigados, pues nada escapa a la ira divina.
Vea también análisis del Moisés de Miguel Ángel.
Prisioneros o Esclavos
Una serie de esculturas conocidas como Prisioneros o Esclavos, salieron de esa época intensa de trabajo.
Dos de estas obras están acabadas, el Esclavo muriendo y el Esclavo rebelde. Ambas se encuentran actualmente en el Museo Louvre de París. Estaban destinadas a ponerse en las pilastras del piso inferior.
Destaca la sensualidad del Esclavo muriendo, cuya postura expresa aceptación, no resistencia ante la muerte. Frente a este, el Esclavo rebelde, de rostro no pulido, cuerpo contorsionado y en posición inestable, parece negarse a subyugarse y parece luchar para salir de la prisión.
Otras cuatro obras resultaron de ese período y glorificaron el concepto del non finito. La fuerza expresiva es impresionante, pues se percibe cómo el artista liberaba las figuras de los macizos bloques de piedra.
Al dejar las obras inacabadas, estas funcionan como alegorías para uno de los temas que acompañó y atormentó toda la vida y obra de Miguel Ángel: el cuerpo como prisión del alma.
8. Tumbas de Lorenzo y Giuliano de Médici
En 1520, Miguel Ángel fue contratado por León X y su primo Giulio de Médici, futuro papa Clemente VII, para realizar una capilla funeraria en San Lorenzo, en Florencia, donde se ubicarían las tumbas de Lorenzo y Giuliano de Médici.
En un principio, los proyectos entusiasmaron tanto al artista que garantizó fervientemente ser capaz de realizarlos al mismo tiempo. Pero varios problemas se presentaron y el proyecto soñado se perdió en el camino.
El concepto ideado por Miguel Ángel tenía por principio la integración de la arquitectura, la escultura y la pintura. Pero las pinturas nunca llegaron a realizarse.
Cuando trabajaba en las tumbas, estalló una revolución en Florencia en contra los propios Médici y, ante ese escenario, Miguel Ángel detuvo el trabajo y se puso a favor de los rebeldes.
Cuando la revuelta fue controlada, el papa lo perdonó con la condición de que retomara los trabajos, y Miguel Ángel continuó la obra.
Cuando Miguel Ángel abandonó Florencia definitivamente en 1524 con destino a Roma, dejó la obra incompleta y las esculturas que él había realizado fueron colocadas más tarde en los debidos lugares por otras personas.
Lo que hasta hoy llegó a nosotros son dos tumbas parietales gemelas, colocadas frente a frente. De un lado, la tumba de Lorenzo, representado este en posición pasiva, contemplativa, pensando, casi como si el verdadero Lorenzo de Médici estuviera vivo.
Del otro lado, Giuliano, quien en su tiempo fue un glorioso soldado. Está representado de forma activa, con armadura y dotado de movimiento. La pierna izquierda evoca la voluntad de levantar la figura colosal y poderosa.
A los pies de ambos se disponen dos alegorías, la Noche y el Día (tumba de Lorenzo de Médici), el Crepúsculo y la Aurora (Tumba de Giuliano de Médici).
El Día y la Aurora son figuras masculinas y la Noche y el Crepúsculo son figuras femeninas. Los rostros de las alegorías masculinas están inacabados, sin pulir.
9. Las últimas Pietàs
Miguel Ángel llegó a los últimos años de su vida dotado de fuerza física y necesidad de trabajar, pero llevaba encima muchos arrepentimientos y tormentos.
Llegó a la conclusión de que durante parte de su vida había recorrido un ideal equivocado, el ideal de belleza y perfección en el arte y la idea de que a través de ese arte llegaría a Dios.
Así, en sus últimos años se orienta a su otra pasión, lo divino, y tal vez por eso sus últimas obras tienen el mismo tema y se dejaron inacabadas.
La Pietà y la Pietà Rondanini son dos mármoles inacabados, muy expresivos y perturbadores, especialmente el Rondanini.
Como alegoría de todo el sufrimiento y el espíritu turbulento que Miguel Ángel llevó toda su vida, especialmente en los últimos años, esculpió sus propios rasgos en el rostro de la Virgen cargando al hijo muerto en la Pietà Rondanini.
El artista abandonó así el ideal de belleza humana que lo marcó toda su vida, y dejó claro su convencimiento de que sólo en la entrega total a Dios se puede encontrar felicidad y paz.
Miguel Ángel murió en 1564 a edad de 89 años, en pleno uso de sus capacidades físicas y mentales.
El papa quería sepultarlo en San Pedro, en Roma, pero antes de morir Miguel Ángel expresó su voluntad de ser sepultado en Florencia, de donde había partido en 1524.
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(Texto traducido por Andrea Imaginario).