Película Amélie de Jean-Pierre Jeunet

Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Especialista en artes, literatura e historia cultural
Tiempo de lectura: 17 min.

La película Amélie, cuyo nombre original es Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (El fabuloso destino de Amélie Poulain), es una comedia dirigida por Jean-Pierre Jeunet y fue exhibida por primera vez en el año 2001. Su éxito ha sido tal que es la película de lengua francesa más vista en el mundo después de Los Intocables, por lo que ha llegado a convertirse en una película de culto. Conozcamos más detalles sobre ella.

Resumen de la película

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Amélie. Detalle de póster.

Un narrador nos presenta la historia de Amélie Poulain, mujer peculiar con un destino fabuloso. Su padre, médico de profesión y hombre nada afectuoso, se persuade de que la niña sufre de un problema cardíaco debido a que su corazón se acelera cada vez que la toca. Por lo tanto, decide que Amélie sea educada en casa con su madre, maestra de ocupación y mujer de temperamento nervioso.

La madre de Amélie muere aplastada por una mujer suicida en Notre Dame. Su padre se retrae aún más y se confina al cuidado del pequeño mausoleo de su esposa en el jardín, al que eventualmente decora con un gnomo.

Privada de todo contacto social, a la niña Amélie solo le queda cultivar su imaginación y desarrolla un curioso interés por los pequeños detalles y placeres de la vida.

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Amélie y su amigo imaginario de la infancia.

Al convertirse en una mujer, Amélie se va de la casa. El pequeño mundo de su viejo apartamento lo constituyen Madeleine (la portera), el frutero Collignon y su ayudante Lucien, el ciego limosnero que deambula del metro al café y, muy especialmente, su vecino Raymond Dufayel, pintor apasionado por el cuadro El almuerzo de los remeros de Renoir, cuya extraña enfermedad le hizo ganar el mote de "el hombre de cristal".

La protagonista encuentra trabajo en el café Los Dos Molinos. Con ella trabajan Suzanne, la dueña; Georgette, la hipocondriaca vendedora de tabaco y Gina, la camarera. Entre los clientes habituales se encuentra Joseph, el celoso ex-amante de Gina; Hipólito, un escritor fracasado y Philomene, una azafata que suele dejarle el gato a Amélie para que se lo cuide. Todos tienen algo en común con Amélie: la inmensa soledad que los habita.

Un evento que lo cambiará todo

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Amélie encuentra un tesoro.

Mientras escucha la noticia de la muerte de Lady Di, Amélie deja caer la tapa de una loción hasta golpear el rodapié, solo para descubrir que tras el mosaico se esconde una caja de recuerdos que algún niño atesoró en otros tiempos. Entusiasmada, Amélie decide devolverle el tesoro.

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Secuencia: Bretodeau recibe la caja de recuerdos.

Por medio de delicados y finos estratagemas, única forma de sortear su timidez, Amélie le entrega el tesoro a su antiguo dueño, Dominique Bredoteau. Al ver su emoción decide dedicarse a ayudar a los demás. Después de todo: “Es mejor consagrarse a otros que a un enano de jardín”, dice Amélie.

Amélie, la vengadora del bien

A partir de ese momento, Amélie se dedica a ayudar a otros a arreglar su vida sin ser notada, pero algo parece faltarle. Su vecino Raymond la observa con preocupación. Para él, Amélie es como la joven del vaso de agua en el cuadro El almuerzo de los remeros de Renoir, cuya mirada perdida expresa, en el fondo, una falta de compromiso con su propia vida.

El camino a la propia felicidad

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Amélie se encuentra a Nino en el fotomatón por segunda vez.
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Detalle del corazón encendido de Amélie cuando se enamora de Nino en su segundo encuentro casual.

Amélie se enamora de Nino, un joven al que ve dos veces en el metro hurgando debajo de fotomatón y que deja caer accidentalmente un álbum con una colección de fotografías descartadas. Ahora tendrá una excusa para buscarlo: devolverle su portafolio. Tras fallar consecutivamente en sus estratagemas a causa de su temor, Amélie se da por vencida hasta que, finalmente, será Nino quien vaya a su encuentro.

Análisis de la película

Siempre que se cuenta una historia, se supone que su protagonista ha de sufrir una transformación. En el caso del filme Amélie (Le fabuleux destin d'Amélie Poulain), su título original nos da la primera señal.

El tipo de narración

El relato es presentado por un narrador que conoce todo lo que ocurre en la trama y en el contexto, pero conoce también lo que ocurre en la imaginación de los personajes, y participa de los símbolos casi surrealistas del relato.

Con esta voz en off, el relato primario inicia el 03 de septiembre de 1973 a las 18 hora, 28 minutos y 32 segundos, instante de la fecundación de Amélie Poulain. Desde ese momento, la historia de Amélie será contada en orden cronológico de principio a fin. Una primera secuencia nos muestra los pequeños juegos creativos pero solitarios de Amélie. Ya con ello el director ofrece una imagen más clara de la soledad de la heroína.

Leyenda
Amélie rompe la cuarta pared y mira a la audiencia desafiando la ficción.

La historia de Amélie es apenas interrumpida por la lista de los singulares placeres de los demás personajes, así como por los recuerdos de estos que exaltan el significado de las acciones. Tales recuerdos son representados siempre en blanco y negro, lo que contrasta con la intensa paleta de colores del filme.

En esta película, Jean-Pierre Jeunet rompe deliberadamente con el principio de la cuarta pared, propio de la representación escénica, al inmiscuir al espectador por medio del contacto visual directo de algunos personajes con la cámara, así como a través de la voz del narrador. Serán varias las oportunidades en que los actores se dirijan al espectador.

La pintura, la estética y el cine en Amélie Poulain

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Jeunet cita a todo lo ancho de la pantalla el detalle de la joven con el vaso de agua.

Las relaciones del cine con la pintura han sido y son estrechísimas desde sus inicios. Amélie Poulain no es una excepción. El asunto puede verse en varios niveles: en la puesta en escena (escenografía, vestuario, paletas); en la trama y en la forma discursiva. No en balde, el universo de Amélie se encuentra en el corazón de Montmartre, cuna del arte moderno.

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Habitación de Amélie. Sobre la cabecera de su cama y cada lado se encuentran lienzos de artistas reconocidos.
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Juarez Machado: Una cena muy especial. Cuadro que flanquea el lado izquierdo de la cama de Amélie.

Desde el punto de vista estético, fue expresa voluntad del director Jean-Pierre Jeunet el que cada secuencia del filme pareciera un lienzo. En este sentido, la película se construyó sobre un concepto del color inspirado en la obra del brasileño Juárez Machado, residente en París.

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Cuadros de Juarez Machado con las paletas de colores del filme Amélie.

Aplica los colores vivos de la paleta de Machado, especialmente el rojo, el verde y el amarillo, aunque también algunas veces utiliza detalles en azul (la lámpara de Amélie). Todos estos colores son aplicados por medio de la saturación y tienen un sentido simbólico. El rojo será la calidez emocional del personaje, el verde el equilibrio o la neutralidad, el amarillo la alegría y la euforia y, finalmente, el azul como símbolo de tristeza.

Jeunet también toma elementos del art decó visibles en la obra de Machado, influido a su vez por la artista Tamara de Lempicka. Muestra también la obra del ilustrador Michael Sowa, a quien pertenecen los cuadros del perro y el pato que coronan la cama de Amélie.

Amélie
Amélie en busca de Bretodeau. En la escena puede verse la paleta de Machado y en la composición
completa, incluyendo peinado y vestuario, se nota la influencia art déco de Tamara de Lempicka.
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Detalle del peinado del personaje.
Tamara de Lempicka
Tamara de Lempicka: Retrato de la duquesa de La Salle.

La película hace referencia a otros artistas y movimientos, bien directamente en la escena (como los cuadros que aparecen en la habitación de Amélie o el cuadro de Renoir) o bien a través de pistas que aluden a obras o estilos emblemáticos que fluctúan en la memoria colectiva.

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Plano detalle de la liberación de Cachalote, mascota suicida de Amélie. Recuerda el trabajo de pintores impresionistas sobre estanques de los parques.

Llegamos así al segundo nivel de relación de la pintura con la película: la trama. Raymond Dufayel está obsesionado con la obra del impresionista Pierre-Auguste Renoir, especialmente con el cuadro El almuerzo de los remeros, pintado en 1881. Su obsesión lo ha llevado a estudiar cada detalle por veinte años en los que ha hecho veinte ejemplares idénticos.

El abocado estudio de Dufayel no le ha permitido descifrar el último misterio: la mirada de la chica con el vaso de agua, único personaje que no se compromete con su entorno. Así, este cuadro cumple una función dentro de la trama de Amélie Poulain. El cuadro es la mirada detallada y sincrónica sobre la actuación de Amélie, amorosa y tierna, pero misteriosa, miedosa y ajena.

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Dufayel y Amélie disertan sobre la chica del vaso de agua. Nótese que Amélie realiza la misma acción.

El tipo de discurso también aplicará elementos propios de los códigos visuales, aunque ciertamente adaptados al orden cinematográfico. El narrador aparece cada cierto tiempo para detener el desarrollo de la trama. No se trata de un regreso a un recuerdo (cosa que hace eventualmente pero que no hemos de desarrollar aquí). Se trata, más bien, de un retrato en blanco y negro del personaje que nos permite hacernos una imagen mental de su cualidad humana. Ese retrato no explica rasgos psicológicos de manera directa, sino detalles singulares del personaje, esto es, de sus pequeños placeres.

Cual retrato renacentista, Jeunet hace detener el relato, es decir, suspende el paso del tiempo para presentar el pequeño placer del personaje como un atributo que expresa su carácter. Este modo de decir es propio de la pintura que, por ser espacial y no temporal, se detiene en un instante del tiempo para mostrar todos los detalles posibles en el lienzo.

Soledad en transformación

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Amélie en su habitación.

Alrededor de Amélie, en pleno Montmartre, corazón del arte moderno, se muestran los quiebres de una vida urbana desgastada y atorada. El eje espacial lo constituye la casa de Amélie y sus vecinos, la frutería, el café, el metro, el parque de diversiones, la tienda de productos sexuales y, por supuesto, la casa de su padre. La heroína del filme recorre cada uno de estos espacios, y cada uno es expresión de las dificultades para relacionarse con el entorno.

Amélie proyecta sus necesidades e inquietudes en los demás personajes. Ella propicia oportunidades de transformación para todos los personajes, pero no logra abordar a nadie de manera directa. Su miedo es paralizante, patológico.

Como personaje, Amélie inicia su recorrido en un estado de frustración debido a la soledad que la rodea. Asimismo, la incapacidad de relacionarse no es solo de ella, sino de toda la comarca que la rodea. Sin embargo, solo ella tiene la llave de la transformación gracias a su capacidad de imaginar y soñar. Su mundo interior es su alegría.

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Amélie y su padre en el mausoleo del jardín, antes de que ella robe el gnomo.

El narrador es cómplice de la mirada de Amélie, y es capaz de otorgar a la fantasía el mismo peso significante de la realidad. A través de los ojos del personaje principal, vemos las dificultades de relación que tienen la mayor parte de los personajes secundarios, a quienes Amélie siente que debe ayudar a salir de su prisión.

El amor redentor

Ciertamente, Amélie no es una película apologética. Sin embargo, debemos decir que, a nuestro juicio, la película de Jeunet representa el amor y la relación como una energía transformadora que da el sentido de la vida.

Por ello, no hay que pasar por alto que esta obra refiera como contexto la muerte de Lady Di y la figura de la madre Teresa de Calcuta (esta se refiere solo una vez), fallecidas con días de diferencia. Cada una de ellas es un símbolo de un amor diferente en el imaginario social.

Tampoco debe pasarse por alto que los únicos personajes que vuelven a su estado habitual son Georgette y Joseph. Tras un ardiente romance incitado por Amélie, Joseph vuelve otra vez a su conducta hostil, lo que “enferma” nuevamente a Georgette. Queda claro que la fuerza transformadora no surge de la mera pasión sin significado, sino de la relación humana personalizadora.

En la película Amélie, el amor solo conoce a un contrario: el miedo. De este sufre Joseph, pero también y de un modo diferente, Amélie, quien no puede superarlo sola. Ella necesita la relación personalizadora que le fue negada en su infancia. Necesita construir lazos concretos de afecto y confianza. Por eso no es suficiente con sus acciones altruistas. En ellas no hay relación, sino estratagemas, como si ella jugase a mover los hilos del destino de los demás.

Por eso, cada detalle en Amélie Poulan cuenta; por eso el narrador insiste en contarlos. Reconocer los pequeños detalles que hacen singulares a las personas son los signos de una relación atenta, constructiva, amorosa y redentora. Por eso Amélie usó esos detalles para ayudar.

El amor conlleva al bien, y este es percibido como plenitud: para el escritor Hipólito, el bien se resumía en ser leído y tomado en cuenta; para la conserje, una amorosa mentira era mejor que el abismo de desamor en que yacía; el bien en Dominique Bretodeau solo podía nacer de aprender a compartir lo que tenía en vez de acumular tesoros; en el padre de Amélie el bien solo podía abrir su mente si dejaba de llamar amor al pasado que usaba como escondite. Para Dufayel, el bien llegaría al descifrar el misterio de cuadro y liberarse de la imitación de Renoir.

Si Amélie logra “salvar”, es decir, transformar a la mayor parte de los personajes, ella misma no es capaz de dar el salto. Amélie, que logró ayudar a todos, no puede ayudarse a sí misma. Así, ella conocerá cuál es el verdadero centro de toda salvación: el amor y la relación. Amélie es rescatada del abismo por su red de amistades, a quienes ella ha dado tanto: Gina, por un lado, el hombre de cristal, por el otro. Pero finalmente, Nino, quien no tiene miedo del amor. A final de todo, ellos la impulsan indirecta o directamente, a recibir su fabuloso destino.

En una vida moderna, deshecha, sin vigor y apesadumbrada por la rutina, Jeunet introduce el amor como la fuerza renovadora.

Hacer que parezca el destino

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Amélie y Nino viajan en motoneta por París. Secuencia final.

El último elemento que vale la pena mencionar es el tema del "destino". Se entiende que en el pensamiento mítico, es destino es una suerte ineludible movida por fuerzas misteriosas. En contrapartida, en los tiempos modernos el destino es visto como el resultado de las acciones humanas, a secas.

Si bien en el filme Amélie no actúan fuerzas misteriosas, por medio de sus estratagemas la protagonista juega a que los sucesos construidos por la buena voluntad parezcan cosa del destino. Un toque de magia llega a la vida de Bretodeau cuando recibe, sin saber cómo, su caja del tesoro. Otro tanto ocurre con Madeleine cuando recibe misteriosamente las cartas forjadas del esposo que le abandonó. Lo mismo ocurre con la carrera de Amélie con el ciego y el gnomo viajero que inquietó a su padre.

A ninguno de ellos les costó creer en estos signos seudo-mágicos. Todos aceptaron el mandato del misterio que se reveló amorosamente en cada estratagema. Se dejaron mover por el significado y no por las causas racionales de aquellos eventos.

Cada acción por el bien de Amélie, le devuelve a la vida la magia y la fe, la convicción de que algo más poderoso que nosotros ocurre tras la realidad aparente, la idea de que la historia tiene también hilos invisibles a los que hay que seguir por medio de un fino sentido del tacto y no por la realidad aparente. Así todos conocieron un destino fabuloso.

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Ficha técnica

  • TÍTULO: Amélie (Le fabuleux destin d'Amélie Poulain)
  • AÑO DE LANZAMIENTO: 2001
  • DIRECTOR: Jean-Pierre Jeunet
  • ELENCO PROTAGÓNICO: Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Rufus, Lorella Cravotta
  • PRODUCCIÓN: Claudie Ossard
  • GUIÓN: Jean-Pierre Jeunet y Guillaume Laurant
  • FOTOGRAFÍA: Bruno Delbonnel
  • MÚSICA: Yann Tiersen
  • GÉNERO: Comedia romántica / de autor
  • NACIONALIDAD: Francia / Alemania
  • DURACIÓN: 122 min

Sobre Jean-Pierre Jeunet

Jean-Pierre Jeunet es un director de cine, guionista, actor, productor y editor francés nacido el 03 de septiembre de 1953 en Loire. Ha trabajado en la industria cinematográfica desde muy joven. Además del género de comedia romántica explorado en Amélie, Jeunet también ha desarrollado proyectos de animación, así como películas sobre distopías, mundos futuristas, tráfico de armas, etc. Ha trabajado también en el mundo de la publicidad.

Entre su filmografía más conocida podemos mencionar la siguiente:

  • Delicatessen (1991) codirigido con Marc Caro
  • La ciudad de los niños perdidos (1995), codirigido con Marc Caro
  • Alien resurrección (1997)
  • Amélie (Le Fabuleux Destin d'Amélie Poulain, 2001)
  • Largo domingo de noviazgo (2004)
  • Micmacs (2009)
  • El extraordinario viaje de T.S. Spivet (2013)

Tráiler de la película Amélie

Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Profesora universitaria, cantante, licenciada en Artes (mención Promoción Cultural), con maestría en Literatura Comparada por la Universidad Central de Venezuela, y doctoranda en Historia en la Universidad Autónoma de Lisboa.