8 poemas de Julio Cortázar que quizás no conocías

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 9 min.

Julio Cortázar (1914 - 1984) fue un destacado escritor argentino, gran referente del Boom Latinoamericano, que jugó con las estructuras y el lenguaje en sus creaciones.

Aunque es más conocido por su novela Rayuela (1963) y por sus cuentos fantásticos, también cultivó la poesía. A continuación, se pueden encontrar algunos de sus versos más famosos.

1. Restitución


Si de tu boca no sé más que la voz
y de tus senos sólo el verde o el naranja de las blusas,
cómo jactarme de tener de ti
más que la gracia de una sombra que pasa sobre el agua.
En la memoria llevo gestos, el mohín
que tan feliz me hacía, y ese modo
de quedarte en ti misma, con el curvo
reposo de una imagen de marfil.
No es gran cosa ese todo que me queda.
Además opiniones, cóleras, teorías,
nombres de hermanos y de hermanas,
la dirección postal y telefónica,
cinco fotografías, un perfume de pelo,
una presión de manos pequeñitas donde nadie diría
que se me esconde el mundo.
Todo lo llevo sin esfuerzo, perdiéndolo de a poco.
No inventaré la inútil mentira de la perpetuidad,
mejor cruzar los puentes con las manos
llenas de ti
tirando a pedacitos mi recuerdo,
dándolos a las palomas, a los fieles
gorriones, que te coman
entre cantos y bullas y aleteos.

La poesía de Cortázar se caracterizó por construirse a través de un lenguaje simple, que hace referencia a la cotidianidad de la vida. En "Restitución" postula la pérdida paulatina del ser amado. Después de un tiempo de finalizada la relación, van quedando cada vez menos cosas, recuerdos desperdigados que están condenados a esfumarse.

El hablante lírico reconoce lo inevitable de la situación, ya que declara "no inventaré la inútil mentira de la perpetuidad". A pesar de lo mucho que pudo haberla amado, sabe que debe deshacerse de su memoria, restituir a esa persona a su lugar de origen, antes de que fuese parte de él.

2. Happy New Year

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestas tu mano en esta noche
de fin de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas. Entonces
la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo, como
si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.

En estos versos el hablante lírico expresa el deseo de tener cerca a su amada. Aquí evoca la acción más simple entre dos enamorados: tomarse de las manos y, con ello, establecer una conexión profunda.

Así, la mano funciona como "puerta de entrada" hacia su interioridad, transformándose en un soporte casi mágico que le permite sentirse seguro y estable en el mundo.

De este modo, a pesar de la distancia, recuerda cada detalle, casi como si pudiera tocarla y la unión entre ambos se hace más fuerte.

3. Para leer en forma interrogativa

Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás
Has vivido
como un golpe en la frente
el jadeo la caída la fuga

Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón

había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.

En este poema el hablante lírico hace un llamado hacia el lector, al que empuja a apreciar la vida en su plenitud. De esta forma, recurre al tópico de Carpe diem, invitando a disfrutar el presente y realmente experimentar al máximo cada experiencia.

4. After such pleasures

Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas
ni esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.

El tema principal de este poema es la pérdida de la amada. El hablante lírico reconoce que intenta olvidarla estando con otras mujeres ("buscando tu boca en otra boca"), pues el dolor de la separación resulta demasiado fuerte y el placer instantáneo es lo único que alivia el sufrimiento.

Sin embargo, aquellas noches de desenfreno no son suficientes, pues cualquier momento de quietud y contemplación lo llevan de nuevo a su recuerdo. De esta forma, se convierte en un ser vacío al que no le queda más que un mundo que ya no le cautiva ("una ventana sin estrellas").

5. La lenta máquina del desamor

La lenta máquina del desamor,
los engranajes del reflujo,
los cuerpos que abandonan las almohadas,
las sábanas, los besos,
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo,
ya no mirándose entre ellos,
ya no desnudos para el otro,
ya no te amo,
mi amor.

En estos versos el hablante lírico alude al desamor como un proceso paulatino en el que una pareja va alejándose de a poco. Tal como en una máquina que comienza a desgastarse, el deseo e interés por el otro se desvanecen y sólo quedan dos desconocidos que son incapaces de mirarse realmente.

6. El sueño

El sueño, esa nieve dulce
que besa el rostro, lo roe hasta encontrar
debajo, sostenido por hilos musicales,
el otro que despierta.

Para el escritor los sueños funcionaban como un puente entre dos realidades. Por ello, en ese estado encontraba la inspiración necesaria para escribir. De hecho, declaró:

Al despertar arrastro conmigo jirones de sueños pidiendo escritura, y porque desde siempre he sabido que esa escritura – poemas, cuentos, novelas – era la sola fijación que me ha sido dada para no disolverme en ese que bebe su café matinal y sale a la calle para empezar un nuevo día.

En su visión, las obras ya existían en su interior y, al soñar, lograba encontrarlas para luego ponerlas en papel. Por ello, en este poema se refiere al sueño como un momento en que el ser humano se convierte en una especie de doble que es capaz de disociarse para conectarse con una realidad alterna.

7. Una carta de amor

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo

como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,

todo eso es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

En estos versos el hablante lírico intenta definir el amor como aquella fuerza que es parte esencial de la vida. Así, sólo desea compartir la cotidianidad con la mujer amada, porque es en esos pequeños detalles donde encuentra que reside la verdadera pasión.

Así, declara que su relación se basa en el entendimiento, la compañía y la capacidad de encontrar la libertad juntos.

8. Tratado de tus ojos

Oh diminuto océano
donde una vela de ámbar
súbitamente pasa
con el batir del tiempo.

Si en azules medusas
se complace mi olvido,
¡qué profundos alisios
prueban las singladuras!

Si desnudo y liviano
busco tus aguavivas,
desde doradas islas
viene tu ola rodando.

Doble mapa que mojan
sus alternas mareas,
¡qué fasto de goletas
blancas entre la sombra!

Mínimos planisterios
para dulces regatas,
¡oh delfines que cantan
si te digo mis versos!

Yo te daré la sal
para salar tus aguas
tan dulces y tan plácidas;
aprende ya a llorar,

oh diminuto océano
donde una vela de ámbar
súbitamente pasa
con el batir del tiempo.

Aquí Cortázar decide hacer un juego lingüístico en el que los ojos azules de la amada se transforman en un vasto océano en el que se pierde a sí mismo.

De esta manera, cada detalle de los versos aluden al mundo marino que se agita dentro de la mujer y que logra conquistar con sus misterios al hablante lírico.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.