7 poemas sobre el agua que celebran su esencia
El agua es uno de los elementos esenciales en la existencia de la vida en la tierra. A través del tiempo, ha sido adorada por diversas culturas y creencias.
Por supuesto, su influjo se ha hecho notar en la literatura, donde diversos escritores han reflexionado sobre su belleza y poder. A continuación se pueden encontrar algunos poemas que meditan sobre el preciado regalo de la naturaleza.
1. Agua - Ralph Waldo Emerson
El agua entiende
bien a la civilización;
empapa mi pie, pero con belleza,
refresca mi vida, pero con ingenio,
no siente desconcierto
ni tiene el corazón roto:
bien usada, adorna la felicidad,
adornada, redobla la felicidad:
mal usada, destruye,
en tiempo y medida perfectos,
con un rostro de placer dorado,
con elegancia destruye.
Ralph Waldo Emerson (Estados Unidos, 1803-1882) es uno de los pensadores más importantes del siglo XX y líder de la corriente trascendentalista.
En su ensayo Naturaleza (1836) expuso los fundamentos de su filosofía. Allí plantea la importancia de la relación entre el mundo natural y ser humano, pues al entrar en contacto con el medio ambiente es posible descubrir la energía cósmica que habita el universo.
El poema resalta cómo el agua puede ser tanto una fuente de vida como un agente de destrucción. En los primeros versos se la describe como algo bello y refrescante, que "empapa mi pie, pero con belleza" y "refresca mi vida, pero con ingenio". Esto subraya su capacidad para embellecer y revitalizar, mostrando una interacción armoniosa con la humanidad.
Sin embargo, hacia el final, el tono cambia. El agua "mal usada, destruye", aunque lo hace "con elegancia". Aquí se destaca su poder destructivo, que no es caótico sino preciso y hasta estéticamente perfecto, lo que resalta su imparcialidad natural.
Es interesante señalar que el hablante lírico postula que el agua "no siente desconcierto ni tiene el corazón roto", lo que sugiere que la naturaleza es ajena a las emociones.
De este modo, actúa según su propia lógica y leyes, sin malicia ni intención, mostrando la visión trascendentalista de Emerson sobre la indiferencia del entorno frente a las pasiones humanas.
2. Agua - Gabriela Mistral
Hay países que yo recuerdo
como recuerdo mis infancias.
Son países de mar o río,
de pastales, de vegas y aguas.
Aldea mía sobre el Ródano,
rendida en río y en cigarras;
Antilla en palmas verdi-negras
que a medio mar está y me llama;
¡roca lígure de Portofino,
mar italiana, mar italiana!
Me han traído a país sin río,
tierras-Agar, tierras sin agua;
Saras blancas y Saras rojas,
donde pecaron otras razas,
de pecado rojo de atridas
que cuentan gredas tajeadas;
que no nacieron como un niño
con unas carnazones grasas,
cuando las oigo, sin un silbo,
cuando las cruzo, sin mirada.
Quiero volver a tierras niñas;
llévenme a un blando país de aguas.
En grandes pastos envejezca
y haga al río fábula y fábula.
Tenga una fuente por mi madre
y en la siesta salga a buscarla,
y en jarras baje de una peña
un agua dulce, aguda y áspera.
Me venza y pare los alientos
el agua acérrima y helada.
¡Rompa mi vaso y al beberla
me vuelva niñas las entrañas!
La escritora chilena Gabriela Mistral (1889 - 1957) es una de las figuras más importantes de la literatura del siglo XX y fue la primera latinoamericana en recibir el Premio Nobel en 1945.
Este poema reflexiona sobre el vínculo entre la memoria, la naturaleza y la identidad. La hablante utiliza el agua como símbolo de pureza y conexión con las raíces más íntimas de su ser.
Los países que recuerda están ligados a paisajes con ríos, mar y pastales. De este modo, el agua se presenta como un elemento formador y afectivo que evoca una nostalgia por espacios donde la naturaleza fluye y sostiene la vida.
En la segunda estrofa, se muestra el desplazamiento hacia un lugar desolado que representa el desarraigo y la pérdida. Así, se puede leer una reflexión sobre la naturaleza del exilio, no sólo geográfico, sino espiritual que impulsa el deseo humano de retornar a un estado más esencial.
Hacia el final, se expresa el deseo de regresar a un lugar de aguas, un espacio maternal y originario. El acto de beber de una peña se transforma en un gesto ritual, casi sagrado, que busca purificar al ser.
Por su parte, la idea de romper el vaso sugiere la necesidad de quebrar lo superficial para alcanzar la verdad interna. Tomar el agua fría y áspera implica aceptar una transformación dolorosa, pero necesaria para renacer espiritualmente.
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3. El agua de la vida - Elicura Chihuailaf
Sí, ¿quién puede dudarlo?
me dicen: El Agua es la Vida
¿Pero qué hace el Agua
sin el Aire?
¿Pero qué hacen el aire
y el agua sin la Tierra?
¿Pero qué hace la Tierra
sin el Fuego?
¿Pero qué hace el fuego
sin el Sol?
¿Pero que hace el Sol
sin la ceniza de la Luna?
¿Pero que hace la Luna
sin el canto del Silencio?
¿Pero qué hace el silencio
si no sucede la Contemplación?
¿Pero qué hace la contemplación
sin la Palabra?
¿Pero qué hace la Palabra
sin el aliento de la Naturaleza?
¿Pero qué hace la Naturaleza
sin el Agua de la Vida?**Por favor, continúe usted este poema:
En medio de los últimos bosques
En el rocío de la madrugada
A orillas de los menguados ríos
saltos, lagos
Mirando los barcos en el horizonte
del mar
y en el aire contaminado del día…
En la cumbre nocturna y más delirante
de la imaginación.
Elicura Chihuailaf (Chile, 1952) es un escritor de origen mapuche que ha cultivado una obra bilingüe en la que predomina el concepto de oralitor. En su cultura se privilegia la palabra hablada, pues todas las historias y tradiciones son trasmitidas de forma oral. Por ello, a la hora de escribir un poema, resulta esencial tomar en consideración la memoria de los antepasados.
Aquí el hablante lírico aborda la relación circular y sagrada entre los elementos de la naturaleza, mostrando cómo cada uno depende del otro para que la vida tenga sentido y continuidad.
Cada uno de ellos es incapaz de existir de forma aislada, se sostiene y encuentra sentido en relación con los demás. Así, se propone una visión holística, donde la existencia depende del equilibrio y la armonía.
También se trabajan conceptos más abstractos, como el silencio, la contemplación y la palabra, mostrando que no sólo los elementos tangibles son esenciales, sino también los aspectos espirituales y simbólicos. Esto refleja la creencia mapuche de que la naturaleza y la espiritualidad están entrelazadas.
El poema culmina invitando al lector a continuar la meditación. Este llamado sugiere que la relación con la naturaleza es un proceso vivo y en constante evolución. Cada persona debe participar activamente en esta contemplación, aportando su propia experiencia y sensibilidad.
4. ¡Agua! - Alfonsina Storni
¡Agua, agua, agua!
Eso voy gritando por calles y plazas.
¡Agua, agua, agua!No quiero beberla,
No quiero tomarla,
No es la boca mía la que pide agua.
El alma de seca, de seca,
Se rasga.Por eso me lanzo por calles y plazas
Pidiendo a destajo:
¡Agua, agua, agua!Abridme las venas,
Vertedles la clara corriente de un río.
¡Agua, agua, agua!
La escritora argentina Alfonsina Storni (1892 - 1938) fue una figura importante en el panorama literario de América Latina de comienzos de siglo, ya que su obra representa la visión femenina de la realidad.
En estos versos el agua se convierte en un símbolo de anhelo espiritual, desesperación y búsqueda de renovación interior.
La hablante utiliza la fuerza del grito y la repetición para enfatizar una necesidad que va más allá de lo físico. Es el alma la que clama por el agua, buscando alivio ante una sequedad existencial
La "sequedad" aquí puede interpretarse como vacío emocional, soledad o desesperanza. La falta de agua se convierte en metáfora del agotamiento espiritual, del dolor que no encuentra consuelo ni alivio.
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5. Agua - Mario Benedetti
La del grifo / la mineral / la tónica
La del río / la dulce / la salada
La del arroyo / la del mar / la regia
La de las cataratas / la del pozo
La de la lluvia / la del aguanieve
La de las fuentes o la del rocío
La del océano / la del aljibe
La del diluvio o de la cascada
Toda el agua del mundo es un abuela
Que nos cuenta naufragios y fragatas
Que nos moja la sed y da permiso
Para seguir viviendo otro semestre.
Mario Benedetti (Uruguay, 1920 - 2009) es una de las voces más destacadas de la literatura latinoamericana. Aunque cultivó varios géneros, se destacó particularmente en la narrativa y en la poesía.
Aquí se medita sobre el carácter esencial, múltiple y simbólico del agua para la existencia. El hablante lírico despliega una lista que abarca desde la más doméstica ("la del grifo") hasta las grandes manifestaciones naturales ("la del océano"). Esta enumeración sugiere su omnipresencia y diversidad, mostrando cómo acompaña cada aspecto de la vida humana.
Además, se personifica como una "abuela sabia y ancestral". Esta metáfora sugiere que en su fluir constante a través del tiempo, ha sido testigo de la historia.
Fiel a su estilo, Benedetti utiliza un lenguaje sencillo, accesible, pero cargado de simbolismo y profundidad. La estructura basada en enumeraciones y metáforas crea una cadencia natural, como el propio fluir del agua.
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6. En abril, las aguas mil - Antonio Machado
Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana
y el cristal repiqueteo.
A través de la neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares
y en las pardas sementeras;
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya se oscurece
el campo, ya se ilumina;
allí un cerro desparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza.
Antonio Machado (1875 - 1939) fue un reconocido escritor español, perteneciente a la generación del 98. Aunque fue narrador y dramaturgo, dentro de su producción destaca la poesía.
Este texto refleja la esencia del paisaje castellano y la transición atmosférica característica del mes de abril. A través de imágenes sensoriales y descripciones naturales, el hablante capta la belleza cambiante del campo, así como el juego de luces y sombras que provoca la combinación de lluvia y sol.
Desde el inicio se evoca el refrán popular "En abril, aguas mil", haciendo referencia a la abundancia de lluvias en este mes. Además, se detalla la interacción de los elementos naturales: el agua, el viento, las nubes y la luz. Con ello, el poema transmite una sensación de movimiento y cambio continuo.
Esta alternancia de luz y sombra representa no sólo la variación del clima, sino también la naturaleza mutable de la vida y del tiempo. El paisaje se convierte en una metáfora de la existencia, donde lo claro y lo oscuro, lo estable y lo fugaz, coexisten y se suceden.
Así, el agua funciona como un símbolo de renovación y fertilidad, vital para el campo y las cosechas. Por otro lado, el sol y el arcoíris representan la esperanza y la belleza que sigue a la tormenta.
Esta combinación de agua y sol sugiere el ciclo de la vida, en el que tras las dificultades (la lluvia y la oscuridad) surge la claridad y la renovación (el sol y el iris).
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7. Río - Jorge Guillén
¡Qué serena va el agua!
Silencios unifica.
Espadas de cristal
a la deriva esquivan,
¡lenta espera!, sus filos:
el mar las necesita.
Pero un frescor, errante,
por el río extravía
voces enamoradas:
piden, juran, recitan
¡pulso de la corriente!
¡cómo late!: delira.
Bajo las aguas, cielos
íntimos se deslizan.
La corola del aire
profundo se ilumina.
Van más enamoradas
las voces. Van, ansían.
Yo quisiera, quisiera...
Todo el río suspira.
Jorge Guillén (1893 - 1984) es un destacado poeta español, perteneciente a la generación del 27, movimiento literario de carácter heterogéneo que buscó renovar la lengua.
En estos versos realiza una oda hacia el río y su fuerza por medio de imágenes que recuerdan el constante fluir e impulso de vida que transmite. Asimismo, el agua se compenetra con el ser humano, pues hay quienes van allí a contar sus penas, amores y deseos. Frente a esto, "el río suspira", es decir, se convierte en el confidente de los enamorados con su ritmo portentoso.
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