¿Qué es una oda?: definición y ejemplos

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 18 min.

La oda es un poema de estructura flexible, dedicado a la alabanza. Su propósito es ensalzar sentimientos, ideas, personas, hechos históricos o elementos de la naturaleza.

En su origen, era cantada con acompañamiento musical. Aunque con el tiempo dejó de ser interpretada así, su ritmo y sonoridad siguen siendo esenciales en la composición.

Desde su nacimiento en la Antigua Grecia ha evolucionado, pero su esencia sigue siendo la misma: es un texto de admiración y contemplación que busca conmover al lector.

Oda

Origen y desarrollo

La palabra "oda" proviene del griego ōdḗ que significa "canto". Su origen se remonta a la Antigua Grecia, donde era un poema cantado con acompañamiento musical, generalmente con la lira.

Se asociaba a poetas como Píndaro, quien escribió odas triunfales para los ganadores de los Juegos Olímpicos. En Roma, Horacio la adaptó a una forma más reflexiva y filosófica.

En la Edad Media, el género perdió relevancia, ya que la poesía religiosa y épica dominaron el panorama literario. Durante el Renacimiento, poetas como Garcilaso de la Vega en España y Pierre de Ronsard en Francia la retomaron.

En el Neoclasicismo (siglo XVIII), recuperó su carácter solemne y estructurado, con escritores como Friedrich Schiller en Alemania y Juan Meléndez Valdés en España.

Fue en el Romanticismo (siglo XIX) que adquirió un tono más subjetivo y pasional, con autores como John Keats.

En el siglo XX tomó un carácter más libre y accesible, gracias a poetas como Pablo Neruda, quien escribió sus Odas elementales (1954).

Tipos de oda

  • Oda pindárica: Inspirada en Píndaro, tiene una estructura compleja y solemne, con estrofas irregulares y un tono exaltado.
  • Oda horaciana: Basada en Horacio, es más reflexiva, con una estructura más regular y un tono sereno.
  • Oda anacreóntica: Sigue el estilo de Anacreonte (s. VI a.C.), un poeta griego famoso por sus composiciones ligeras y hedonistas. Se caracterizan por su tono festivo y su exaltación de los placeres mundanos.
  • Oda romántica: Propia del Romanticismo, tiene gran libertad métrica y expresa emociones intensas.
  • Oda sagrada: Trata temas religiosos o místicos.
  • Oda heroica: Celebran las hazañas de héroes.
  • Oda moderna: Desarrollada en los siglos XIX y XX. Trata temas cotidianos.

Características

Tono elevado

La oda se distingue por su tono solemne, emotivo o entusiasta.

Puede ser heroica (como las odas pindáricas), reflexiva (como las odas horacianas) o sentimental (como en el Romanticismo).

Alabanza

La oda exalta un objeto, persona, idea o sentimiento. Puede tratar temas heroicos (victorias, hazañas), filosóficos (la fugacidad de la vida), sentimentales (el amor) o sobre elementos cotidianos (como en las odas modernas).

Estructura flexible y métrica variada

En su forma clásica (pindárica), tenía una estructura fija (estrofa, antistrofa y epodo). Sin embargo, con el tiempo la métrica se volvió más libre y dependiente del estilo del poeta.

Sonoridad

Aunque ya no se canta, la oda mantiene un ritmo marcado y una musicalidad cuidada.

Ejemplos

1. Oda al otoño - John Keats

Estación de las nieblas y fecundas sazones,
colaboradora íntima de un sol que ya madura,
conspirando con él cómo llenar de fruto
y bendecir las viñas que corren por las bardas,
encorvar con manzanas los árboles del huerto
y colmar todo fruto de madurez profunda;
la calabaza hinchas y engordas avellanas
con un dulce interior; haces brotar tardías
y numerosas flores hasta que las abejas
los días calurosos creen interminables
pues rebosa el estío de sus celdas viscosas.

¿Quién no te ha visto en medio de tus bienes?
Quienquiera que te busque ha de encontrarte
sentada con descuido en un granero
aventado el cabello dulcemente,
o en surco no segado sumida en hondo sueño
aspirando amapolas, mientras tu hoz respeta
la próxima gavilla de entrelazadas flores;
o te mantienes firme como una espigadora
cargada la cabeza al cruzar un arroyo,
o al lado de un lagar con paciente mirada
ves rezumar la última sidra hora tras hora.

¿En dónde con sus cantos está la primavera?
No pienses más en ellos sino en tu propia música.
Cuando el día entre nubes desmaya floreciendo
y tiñe los rastrojos de un matiz rosado,
cual lastimero coro los mosquitos se quejan
en los sauces del río, alzados, descendiendo
conforme el leve viento se reaviva o muere;
y los corderos balan allá por las colinas,
los grillos en el seto cantan, y el petirrojo
con dulce voz de tiple silba en alguna huerta
y trinan por los cielos bandos de golondrinas.

John Keats (1795 - 1821) fue uno de los principales poetas del Romanticismo inglés. Su obra se caracteriza por el uso de un lenguaje sensorial y la exploración de temas como el tiempo, la belleza y la transitoriedad de la vida.

En esta oda el poeta captura la esencia del otoño de manera dual. Por un lado, es una estación de madurez y abundancia y, por otro, una representación del ciclo de la vida y la fugacidad del tiempo.

Desde el inicio, el hablante retrata la temporada como un momento de plenitud, trabajando en armonía con el sol para traer madurez y cosecha.

Así, utiliza imágenes para describir la abundancia: viñedos cargados, manzanas maduras, calabazas hinchadas y avellanas llenas. No hay tristeza en su llegada. Al contrario, es un momento de culminación y plenitud.

Keats humaniza el otoño, representándolo como una figura femenina serena y contemplativa. Esta visión personificada refuerza la idea de que no es sólo un fenómeno natural, sino una presencia viva y activa en la transformación del mundo.

A diferencia de otros poemas otoñales que enfatizan la melancolía, el autor la muestra como una época vibrante y fecunda, pero también con una dulce aceptación de la transitoriedad.

2. Oda a la cebolla - Pablo Neruda

Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.

Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.

También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada,
y parece que el cielo contribuye
dándole fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios del tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino.
Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta
en delicado
papel, sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.
Yo cuanto existe celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.

Pablo Neruda (1904 - 1973) es uno de los poetas más importantes del siglo XX. Su obra marcó la literatura hispanoamericana, pues exploró diversos temas y registros.

En las Odas elementales (1954), el autor intentó representar el mundo a través de las cosas simples y, en apariencia, intrascendentes. Buscó romper con la tradición y explorar temas que se salen de lo clásico en la poesía.

Aquí realiza una alabanza a lo cotidiano. De ahí que la cebolla, un ingrediente básico y accesible para todos, se convierta en el centro de su elogio.

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3. Oda IV - Anacreonte

De un lecho fabricado
de lotos y de mirtos
sobre las blandas hojas
quiero brindar tendido.

Amor sirva la taza,
con cinta de papiro
por el hermoso cuello
su palio atrás prendido.

Como la instable rueda,
tal sigue su camino
nuestra mísera vida
rodando de continuo.

Y ya que nuestros huesos
al término prescrito
se desaten, en polvo
seremos convertidos.

¿Para qué ungir las losas
de los sepulcros fríos?
¿Ni derramar en vano
aromas exquisitos?

A mí más bien de esencias
ungidme mientras vivo,
de rosas coronadme,
llamad al amor mío.

Primero que a las danzas
me lleven del abismo,
quiero dejar cuidados,
quiero vivir tranquilo.

Anacreonte (siglo VI a.C.) fue un poeta griego que se caracterizó por un tono ligero y festivo, celebrando principalmente el amor, el vino y los placeres. Así, evitó temas épicos o políticos en favor de lo cotidiano y lo sensorial.

Aquí reflexiona sobre el paso del tiempo y la inevitabilidad de la muerte, con una invitación al goce inmediato de la vida.

La primera estrofa presenta un ambiente de descanso y goce. El hablante busca reclinarse sobre un lecho de lotos y mirtos, símbolos de belleza y deleite. Este deseo introduce la idea central del poema: aprovechar la existencia antes de que sea demasiado tarde.

Luego, la comparación con la "inestable rueda" expresa que el destino resulta inmutable y los seres humanos debemos aceptar la naturaleza efímera de las cosas. Por ello, cuestiona los homenajes póstumos, rituales innecesarios para el fallecido.

Esta oda sintetiza la esencia del pensamiento anacreóntico: una visión hedonista, donde la muerte no es un motivo de angustia, sino un recordatorio de que es necesario disfrutar el presente. Con un tono equilibrado entre la ligereza y la profundidad, invita a vivir sin pesar, priorizando la alegría sobre la preocupación.

4. Oda a la inmortalidad - William Wordsworth

Aunque el resplandor que
en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas.

Aunque mis ojos ya no
puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba.

Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos,
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.

En aquella primera
simpatía que habiendo
sido una vez,
habrá de ser por siempre;
en los consoladores pensamientos
que brotaron del humano sufrimiento,
y en la fe que mira a través de la muerte.

Gracias al corazón humano
por el cual vivimos;
gracias a sus ternuras, a sus
alegrías y a sus temores, la flor más humilde al florecer
puede inspirarme ideas que, a menudo,
se muestran demasiado profundas
para las lágrimas.

William Wordsworth (1770-1850) fue una de las figuras más destacadas del Romanticismo inglés. Su poesía se caracterizó por la exaltación de la naturaleza, la exploración de la memoria y la búsqueda de lo sublime en lo cotidiano.

Estos versos reflexionan sobre la pérdida de la inocencia y cómo el recuerdo permite conservar su esplendor. Así, la infancia se vislumbra como una época de plenitud espiritual. El hablante sugiere que los niños poseen una conexión más pura con lo divino y con la naturaleza.

Por ello, se lamenta de que en la adultez se desvanezca esa visión mágica de la existencia. Sin embargo, aunque la juventud no puede recuperarse, los recuerdos conservan todavía su belleza y profundidad.

De igual manera, la fe y la reflexión permiten trascender la pérdida y encontrar consuelo en el espíritu humano. Si bien se expresa melancolía por lo perdido, se encuentra consuelo en la memoria y la fe.

5. Oda a unas palomas - Nicanor Parra

Qué divertidas son
Estas palomas que se burlan de todo
Con sus pequeñas plumas de colores
Y sus enormes vientres redondos.
Pasan del comedor a la cocina
Como hojas que dispersa el otoño
Y en el jardín se instalan a comer
Moscas, de todo un poco,
Picotean las piedras amarillas
O se paran en el lomo del toro:
Más ridículas son que una escopeta
O que una rosa llena de piojos.
Sus estudiados vuelos, sin embargo,
Hipnotizan a mancos y cojos
Que creen ver en ellas
La explicación de este mundo y el otro.
Aunque no hay que confiarse porque tienen
El olfato del zorro,
La inteligencia fría del reptil
Y la experiencia larga del loro.
Más hipnóticas son que el profesor
Y que el abad que se cae de gordo.
Pero al menor descuido se abalanzan
Como bomberos locos,
Entran por la ventana al edificio
Y se apoderan de la caja de fondos.

A ver si alguna vez
Nos agrupamos realmente todos
Y nos ponemos firmes
Como gallinas que defienden sus pollos.

Nicanor Parra (Chile, 1914 - 2018) es uno de los escritores más importantes de América Latina. En su obra, intentó renovar el lenguaje poético a través de la inclusión de la prosa y el humor.

Aquí refleja su estilo antipoético, caracterizado por el uso del lenguaje cotidiano, la ironía mordaz y la ruptura con la solemnidad tradicional de la poesía.

De este modo, el tono es burlón, crítico y desmitificador. Las palomas, que suelen asociarse con la paz y la inocencia, son presentadas como criaturas grotescas, absurdas y hasta amenazantes. El hablante parece oscilar entre la diversión y la inquietud, subvirtiendo la imagen tradicional de estas aves.

Con ello, pasa de la observación lúdica a una reflexión sobre el poder y la necesidad de actuar en conjunto, lo que introduce un matiz más serio hacia el final.

Así, logra transformar un elemento común y cotidiano en una metáfora inquietante de la realidad social y política.

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6. Oda a la alegría - Friedrich Schiller

¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!
Entonemos otros más agradables y
llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.

Quien haya alcanzado la fortuna
de poseer la amistad de un amigo, quien
haya conquistado a una mujer deleitable
una su júbilo al nuestro.
Sí, quien pueda llamar suya aunque
sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad.

Todos los seres beben la alegría
en el seno de la naturaleza,
todos, los buenos y los malos,
siguen su camino de rosas.
Nos dio ósculos y pámpanos
y un fiel amigo hasta la muerte.
Al gusano se le concedió placer
y al querubín estar ante Dios.

Gozosos, como los astros que recorren
los grandiosos espacios celestes,
transitad, hermanos,
por vuestro camino, alegremente,
como el héroe hacia la victoria.

¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.

¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador?
Búscalo sobre la bóveda estrellada.
Allí, sobre las estrellas, debe vivir.

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Alegría, bella chispa divina!

Friedrich Schiller (1759-1805) fue un escritor alemán, considerado una de las figuras más importantes de su época. Su obra combina ideales ilustrados y románticos, exaltando la libertad, la dignidad humana y la fraternidad universal.

El poema tiene un carácter casi de himno sagrado, reforzado por los imperativos y las exclamaciones. El hablante presenta la alegría como un principio cósmico que reúne a la humanidad y restablece la armonía perdida, disolviendo barreras y enemistades. De esta manera, es concebida como un don divino.

A través de los versos, el autor exalta el ideal ilustrado. Por ello, se exhorta al lector a elevarse espiritualmente y buscar la trascendencia.

7. Oda a la vida retirada - Fray Luis de León

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.

El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruido
que del oro y del cetro pone olvido.

Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserablemente
se están los otros abrazando
con sed insaciable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.

Fray Luis de León (1527 - 1591) fue uno de los poetas más importantes en lengua española. Además de escritor, fue también teólogo, por lo que su obra tiene un carácter reflexivo.

En este poema hace hincapié en la importancia de una existencia sosegada en la que prime la calma, la introspección y el contacto con la naturaleza.

De esta manera, rechaza el "mundanal ruido" de la vida citadina en la que priman las apariencias y los bienes materiales. Para el hablante, la verdadera felicidad se encuentra en la sencillez del ascetismo.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.