Sor Juana Inés de la Cruz: obras, biografía y aportaciones de la escritora novohispana
Sor Juana Inés de la Cruz fue la más importante figura literaria novohispana, al punto de haber sido llamada la “Décima Musa” por sus contemporáneos. Dejó una huella indeleble no sólo por la excelencia de su obra, sino por haber vencido, al menos hasta cierto punto, los límites impuestos a las mujeres en el complejo período colonial.
Dicho período estuvo signado por un orden estamental con amplias desigualdades, que provocó diversas rebeliones indígenas en tiempos de Sor Juana. Ahora bien, ¿qué conocemos de su vida? ¿Cuáles fueron los aportes de Sor Juana Inés de la Cruz? ¿En qué consistió su defensa a la mujer?
Obras más importantes de Sor Juana Inés de la Cruz
Sor Juana Inés de la Cruz escribió villancicos, romances, loas, sonetos, redondillas, comedias teatrales, autos sacramentales y textos argumentativos, entre otros géneros. En todo hizo gala de su dominio del discurso y sus profundos conocimientos. A continuación, señalamos algunas obras fundamentales.
Loa de la Concepción
Fue una loa compuesta entre 1670 y 1675 por encargo de la familia Guerrero, en Ciudad de México. En ella encarna a los personajes de la Devoción (la fe) y la Escuela (la razón) que se debaten para protagonizar o regir el dogma de la Inmaculada Concepción.
Neptuno alegórico
Escrito en 1680, Neptuno alegórico es un texto alusivo a la llegada del nuevo virrey, Tomás de la Cerda y Aragón, marqués de la Laguna, y su esposa, a partir del cual se ganó el favor de los virreyes. Se caracteriza por ser rica en referencias a la mitología grecorromana y al Antiguo Egipto.
Carta de Monterrey
Escrita en 1681 y dirigida a su confesor Antonio Núñez de Miranda, es una respuesta a la represión intelectual que sufre a través de las autoridades y actores de la sociedad novohispana por causa de su condición de mujer.
Los empeños de una casa
Estrenada en 1683 con ocasión del nacimiento del primogénito del virrey conde de Paredes. Se trata de una comedia de enredos en torno a los amores de los personajes Leonor y Carlos, quienes deben enfrentar las complicaciones que surgen de la oposición de los hermanos don Pedro y doña Ana.
Divino Narciso
Publicado en 1689, el Divino Narciso es el auto sacramental mejor logrado de Sor Juana Inés de la Cruz y uno de los mejores en su género. El Divino Narciso es la personificación de Jesucristo quien, enviado por Dios, va en busca de sus ovejas descarriadas.
Amor es más laberinto
Comedia teatral estrenada en 1689. Está basada en el mito de Teseo, héroe cretense que Sor Juana erige como modelo del héroe americano.
Carta atenagórica
Publicada en 1690. Esta carta, titulada originalmente Crisis de un sermón, es una refutación filosófica-teológica del Sermón del mandato del jesuita Antonio Vieira sobre las finezas de Cristo.
Respuesta a Sor Filotea de la Cruz
Terminada en 1691, Respuesta a Sor Filotea de la Cruz es la carta que Sor Juana escribe al obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, oculto en el seudónimo de sor Filotea de la Cruz. Sor Juana se defiende de las recriminaciones que recibe por ocupar su talento en temas profanos en lugar de consagrarse a los temas divinos propios de una religiosa.
El mártir del sacramento
Publicado en 1692, es un auto sacramental sobre el martirio de San Hermenegildo, quien habría sido asesinado por negarse a adorar una hostia arriana.
El cetro de José
Publicado en 1692, es un auto sacramental en el que representa la América prehispánica y el nuevo orden cultural encarnado en los primeros frailes misioneros en el continente americano.
Primero sueño
Escrito en 1692, Primero sueño es el poema más importante y emblemático de Sor Juana. Además, fue la única obra que no respondió a un encargo, como era la costumbre en aquella época. En él reflexiona sobre la naturaleza humana y el ansia del conocimiento.
Poesías varias
Entre los poemas de Sor Juana, podemos señalar los siguientes:
- Hombres necios que acusáis
- Detente sombra de mi bien esquivo
- Contiene una fantasía contenta con amor decente
- Soneto XXIX - A la esperanza, escrito en uno de sus retratos
- Soneto XVIII - Prosigue el mismo asunto y determina que prevalezca la razón contra el gusto
- Que consuela un celoso epilogando la serie de los amores
- Quéjase de la suerte: insinúa su aversión a los vicios y justifica su divertimiento a las Musas
- A Cristo Sacramentado, día de comunión.
Biografía de Sor Juana Inés de la Cruz
Juana Inés Asbaje y Ramírez de Santillana, conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, nació en San Miguel de Nepantla, México, un 12 de noviembre, pero no se sabe con exactitud si fue en el año 1648 o 1651. Fue hija natural de la unión entre el Capitán Pedro Manuel Asbaje y Vargas Machuca y la criolla Isabel Ramírez Santillana.
Desde niña demostró dotes de genialidad, comenzando por el hecho de que aprendió a leer a la tierna edad de tres años. No es de extrañar que a los ocho años haya escrito su primera loa sacramental. La joven se convirtió en una autodidacta ejemplar.
En 1656, Juana Inés se va a vivir a casa de sus tíos María Rodríguez de Santillana y Juan de Mata, ubicada en Ciudad de México, desde donde se le facilitará una buena educación. En ese período tuvo tres medios hermanos llamados Diego, Antonia e Inés Ruiz Lozano.
En 1659 recibe clases de latín con el bachiller Martín de Oliva y, en solo veinte lecciones, adquiere la solvencia necesaria, sorprendiendo a todos con su ingenio natural. Los prodigios de la inteligencia de la joven Juana Inés le facilitan buenas relaciones sociales.
El ascenso de Juana a la corte
En 1664, cuando Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera, toma el virreinato, Juana Inés se convierte en dama de la virreina doña Leonor de Carreto, la mentada “Laura” que refiere en sus poemas. La admiración suscitada es tal que el virrey prepara un examen para Juana ante cuarenta doctores universitarios, en el cual sorprende a todos con la agudeza de sus conocimientos e ingenio.
En agosto de 1667, Juana Inés ingresa al noviciado del Convento de San José de las Carmelitas, pero la férrea disciplina de la orden, sumados a sus problemas de salud, la hicieron desistir a los cuatro meses.
En 1668, verá por primera vez su nombre impreso con la publicación del poema “Suspende, cantor Cisne, el dulce acento…”.
La profesión religiosa de Sor Juana Inés de la Cruz
En su condición de mujer, Juana Inés solo tenía ante sí dos opciones socialmente respetables: el matrimonio o la vida consagrada. El primero hubiera implicado el fin de su vida intelectual. El convento, en cambio, le permitiría el orden y el sosiego necesarios para dedicarse a sus estudios.
En 1669, aconsejada por el jesuita Antonio Núñez de Miranda, su confesor, Juana ingresa al noviciado de la orden de San Jerónimo y se profesa como religiosa, asumiendo el nombre de Sor Juana Inés de la Cruz.
En su celda, sor Juana llegará a tener cerca de 500 volúmenes de libros (cifra que su devoto e imaginativo biógrafo, el padre Diego Calleja, exagera a cuatro mil). Además, poseerá artefactos científicos con los que experimentaría desde su celda, convertida en un punto de encuentro intelectual de la élite novohispana.
En 1674, muere su querida amiga y protectora doña Leonor de Carreto, a cuya memoria dedica un soneto. En ese período compone una serie de villancicos que son publicados como anónimos hasta que, en 1679, aparece por primera vez su firma en los Villancicos sobre la anunciación de María Santísima.
Bajo la protección de los nuevos virreyes
En 1680 es designada para dirigir la construcción del Arco de Triunfo dedicado al nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda y Aragón, conde de Paredes y Marqués de la Laguna, para el que compone el texto Neptuno Alegórico.
Será el comienzo de su amistad con los virreyes, especialmente con la esposa del virrey, María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, llamada “Lysi” en sus poemas. Bajo su protección, Sor Juana Inés de la Cruz desarrollará gran parte de su obra y se consagrará como uno de los grandes nombres de la literatura hispana.
En 1682 participa en un certamen en honor a la Inmaculada Concepción con dos obras bajo seudónimos masculinos: un romance firmado con el anagrama de su nombre, Juan Saénz del Caure, y una glosa firmada por Felipe Salayses Gutiérrez. Ambas obras resultaron premiadas.
Sin embargo, no todo fueron glorias. En ese mismo año, fue nombrado el nuevo arzobispo de México, don Francisco Aguiar de Seijas, un hombre abiertamente misógino que se convierte en enemigo de la escritora.
El 4 de noviembre de 1683, un evento singular le dará mayor resonancia al nombre de Sor Juana Inés: el estreno de su primera obra de teatro, Los empeños de una casa, con ocasión del nacimiento del primogénito de los virreyes.
Ese año, sus piezas premiadas aparecieron también publicadas en un libro de Carlos de Sigüenza y Góngora llamado Triunfo Parténico. De este autor recibiría grandes elogios.
Los últimos años de Sor Juana Inés de la Cruz
En 1686 Sor Juana Inés de la Cruz se queda sin el apoyo de los virreyes al cesar sus funciones en el cargo, lo que la expone a algunas dificultades. Para entonces, la escritura de Sor Juana era abundante y abarcaba muchas materias y géneros, en los que se implicaba también el humor. Había adquirido nuevos tonos que la hicieron ser acusada de “muy profana”.
En 1687, tras el famoso Sermón del mandato del sacerdote portugués Antonio Vieira, Sor Juana Inés escribe una fuerte crítica llamada Crisis de un sermón, que será publicada en 1690 con el título de Carta atenagórica.
Ese mismo año, recibe una carta del obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, firmada con el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz. En esta, el obispo le reprende por la Carta atenagórica (que él mismo publicó), y señala la inconveniencia de que, en su condición de mujer, se dedique a escribir sobre asuntos profanos en lugar de escribir sobre la recta devoción.
En contrapartida, entre 1690 y 1691 Sor Juana Inés escribe una carta conocida como Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, donde defiende la dignidad del conocimiento y el derecho de las mujeres a la educación.
En el año de 1693 restablece relaciones con su confesor Antonio Núñez de Miranda, de quien se había alejado mientras recibía la protección del virrey donde de Paredes. La frecuente oposición de la curia que Sor Juana Inés sufrió en esos años hizo que, finalmente, desistiera de la vida intelectual y entregara sus libros y artefactos científicos, tras lo cual ratificó sus votos en 1694.
En sus últimos años, sor Juana se dedicó al cuidado de sus hermanas en el convento, en tiempos donde azotaba la peste en la ciudad. Contagiada de esta terrible enfermedad, Sor Juana Inés de la Cruz muere el 17 de abril de 1695 en Ciudad de México.
Estilo y aportaciones de Sor Juana Inés de la Cruz
Sor Juana Inés de la Cruz acrisola el estilo barroco con densidad y excelencia y, por ello, gozó en vida del reconocimiento de sus pares, lo que se comprueba en las numerosas publicaciones contemporáneas de su obra.
Tuvo un importante desarrollo en la lírica, la dramaturgia y la prosa. Utilizó magistralmente recursos como silogismos y retruécanos, y su obra brilló por la versificación, el hipérbaton y las alusiones mitológicas.
Estas alusiones no se limitaban al universo occidental, sino que Sor Juana Inés de la Cruz incorporó la riqueza cultural de una sociedad transida por la yuxtaposición de culturas. Así, sor Juana Inés representó también el universo indígena americano en sus obras.
Su trabajo tuvo siempre un estilo aleccionador sobre los más diversos asuntos existenciales que, desde la mirada barroca, se expresaban en tópicos como el tempo fugit, el carpe diem, el “desengaño” barroco y el triunfo del intelecto sobre la apariencia. Sobre todos los tópicos, uno fue de singular notoriedad: la defensa y dignificación de la mujer.
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